El cariño de la afición

El Barcça celebrando un tanto contra el Atlético en el Camp Nou

El Barcça celebrando un tanto contra el Atlético en el Camp Nou

Alfredo Martínez

Alfredo Martínez

Es difícil analizar porque algunas veces la grada de un estadio cobija a un futbolista o acoge a un jugador con una adhesión inquebrantable y como otras veces, sin poder dar una explicación totalmente lógica, rechaza a un futbolista y apenas valora lo que hace. No siempre se ha cumplido aquello de que tanto das, tanto recibes. O viceversa.

El extraño caso de Dembélé es uno de los mejores ejemplos de la relación jugador- afición. Nunca un futbolista tuvo tantos apoyos y simpatía de la grada y los perdió de repente. Sin poder explicar las razones de peso, desde el primer día el “mosquito” fue recibido con el placer de la grada con efusividad.

Su temprana y grave lesión posiblemente ayudaron a compadecerse por el que entonces no era más que un chaval de 20 años. Se llegó a crear incluso la imagen de los Dembeliebers. Seguidores incondicionales de Dembélé que no aceptaban ni una sola crítica respecto al extremo francés. Era casi una religión. Siempre esperaban mucho del francés y casi nunca se sentían decepcionados.

Pero de la misma forma que se ganó rápidamente el cariño este se ha volatilizado con los últimos acontecimientos. Ya casi no quedan Dembeliebers. Ya nadie se atreve a defender al galo. Ya nadie puede justificar su negativa a renovar .

Así es la grada. Puede ser muy generosa contigo y también el mayor inquisidor de tus culpas. No les falles nunca o ellos te repudiarán.

Podría enumerar muchos casos de extrañas relaciones de futbolista y afición en clave azulgrana en los últimos tiempos. Sin llegar a Larsson, el delantero sueco que cayó de pie ante el público y que siempre gozó de su respaldo absoluto.

Mascherano, por su verbo y su pundonor, Puyol, como no, por su entrega y compromiso. Pero era lo lógico, igual que ahora la grada del Estadi ha adoptado a Gavi como el jugador en el que se sienten bien representados. O al “Káiser” Araujo. Escuchar corear el nombre de ambos es lo más habitual en los últimos partidos. Ha habido también relaciones de amor - odio como la de Víctor Valdés, la de Rakitic o Sergi Roberto, primero acogidos y luego desgastados.

En el lado contrario los jugadores que exasperaron a la grada o nunca llegaron a empatizar con ella. Habría muchos ejemplos. Los André Gomes de los últimos tiempos eran jugadores que exasperaban a la afición y que generaban ansiedad y desasosiego. Esa ansiedad se trasladaba al futbolista, le bloqueaba y terminaba minimizándolo.

La grada siempre es y será soberana. Tiene sus normas. Se rige por sentimientos, por percepciones. Algunas de sus respuestas pueden no responder a la lógica pero es su ley, son sus reglas.

Dembélé cayó en gracia y con la misma rotundidad e inclemencia ha caído en desgracia. Con la grada no se juega. A la afición no se le falla.