El Camp Nou es prioritario; el Espai Barça, no

El estadio sí que necesita una remodelación urgente, lo otro puede esperar

El Espai Barça se debe replantear

En el mejor de los casos, el Camp Nou no verá obras hasta el próximo verano

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

El COVID-19 se lo ha cargado todo. Su poder destructivo va acompañado de una debacle económica. Nada volverá a ser como antes. Hay que replanteárselo todo. Se anuncian tiempos de recesión, incluso para el fútbol que ha vivido una década dorada. Vienen curvas y el que no se agarre puede quedar tirado en la cuneta. El Barça no es, ni puede ser, una excepción. Entramos en una etapa dura donde habrá que tomar decisiones inimaginables hace seis meses: Contención de gasto, ERTE, ajustes salariales, revisión de presupuestos, renegociación de contratos, acuerdos a la baja con proveedores, eliminación de gastos superfluos, supresión de líneas de actividad que no son rentables.

Con este panorama por delante, la tesorería se debe destinar a lo más importante, lo que constituye el motor de negocio del club, lo que genera los máximos ingresos, el primer equipo de fútbol. Aquí se tienen que centrar todos los esfuerzos y energías. Con la deuda que arrastra la entidad no es momento de inventos ni de proyectos faraónicos. Es obligado ser pragmático y realista para asegurar la solvencia de una entidad cuyo mayor capital son los socios/propietarios.

Bajo estos supuestos llegamos a la conclusión de que el Espai Barça se debe replantear después de los numerosos  aplazamientos y problemas que ha sufrido los últimos años. Si en tiempo de vacas gordas no ha sido posible iniciarlo, en tiempos de crisis es necesario replantearlo a fondo. No hablamos de suspender ni eliminar, sino elaborar un nuevo plan donde tenga carácter de urgencia lo prioritario, la remodelación y puesta al día del Camp Nou. Todo lo demás, obligados por las circunstancias económicas, puede esperar. En cierta manera es una forma de volver al pasado, cuando Laporta planteó en el lejano 2007 una remodelación del estadio firmado por Norman Foster con un presupuesto de 240 millones. Después llegó Sandro Rosell y en el 2010 diseñó un proyecto global, Espai Barça, valorado en 600 millones.

El 5 de abril del 2014, bajo la presidencia de Bartomeu, se hizo un referéndum y el Espai Barça recibió un apoyo mayoritario, 72% de los socios a favor. Entonces se dijo que las obras comenzarían el 2017 y que finalizarían el 2021. Han pasado seis años y estamos igual. Se ha derruido el Mini y se ha construido el Johan Cruyff, pero el Espai Barça sigue siendo un sueño. A la junta actual le queda solo un año de mandato y no podrá desarrollar su proyecto emblemático. El coste se ha disparado a más de 800 millones, la financiación podría hipotecar el club y tampoco está claro que en las actuales circunstancias económicas consiguiera la aprobación de los socios en un segundo referéndum.

El Espai Barça fue un sueño fantástico que hoy no es posible. Duele decirlo pero es la realidad. Parece más razonable replantear el proyecto en dos fases. Prioritario debe ser convertir cuanto antes el Camp Nou en un estadio moderno del siglo XXI, con un presupuesto asumible y un plazo de obras razonable. La puesta al día del estadio no se puede demorar más ya que será fuente de nuevos ingresos. Todo lo demás, puede esperar en función de la disponibilidad económica.