El camino más recto hacia el éxito

El fútbol europeo va por unos derroteros en el que los personalismos quedan en un segundo término. Allí está el caso de los dos semifinalistas que han quedado apeados de la Liga de Campeones, Madrid y PSG, cuyos resultados dependen en gran medida del rendimiento de unas piezas concretas de su plantilla. Y allí está el caso del Chelsea y del City en los que lo coral está por encima de las individualidades. Ambos equipos, a través de sus entrenadores, Tuchel y Guardiola, suman resultados positivos a través de la fuerza colectiva en la que el que acaba marcando el gol no es necesariamente la estrella sino el afortunado que le tocaba ocupar ese espacio en un momento concreto. 

Echando la mirada atrás, hay que recordar la imponte victoria lograda por el Bayern Munich en Lisboa la pasada temporada que ridiculizó al Barça y pasó por encima al PSG. El Bayern era, y es, un bloque que te avasalla hasta tumbarte en la lona. Como hizo el City con el PSG o el Chelsea con el Madrid. 

En este sentido, el Barcelona de hoy aún se encamina más al juego de los dos semifinalistas eliminados que los dos que estarán en la final de Estambul. Para ganar títulos, no es suficiente con cracks que brillan en ataque y no muerdan en defensa porque por encima de cualquier virtud que tenga un equipo debe ser la solidaridad la que impere en las decisiones de todos los jugadores. Si un equipo es solidario se aprecia en muchos detalles que acaban beneficiando al grupo: por cómo celebran los goles, por cómo pelean por una pelota perdida, por cómo ayudan en las coberturas al compañero supera, por cómo mantienes tus obligaciones aunque haya un 1-1 en el marcador y creas que tu, el central, tiene que subir al ataque para marcar el gol de la victoria. El Barcelona ha dado un paso importante desde el inicio de temporada por su apuesta por los jóvenes pero ahora hay que enseñarles con el ejemplo que antes está el equipo que cualq