Caer para volver más fuertes

Desconsuelo azulgrana tras la final de la Champions

Desconsuelo azulgrana tras la final de la Champions / Javi Ferrándiz

Maria Tikas

Maria Tikas

"Como ganemos somos eternas, pero por cómo jugamos", decía Alexia antes de saltar al césped del Gamla Ullevi de Göteborg el día en el que el FC Barcelona se proclamó campeón de Europa por primera vez en su historia. Un proyecto nuevo y con sello propio se había impuesto en el viejo continente. Y en un equipo en el que el 'cómo' es igual o más importante que el 'qué', la derrota de ayer en Turín fue todavía más dolorosa

El Barça no supo jugar su partido. Sonia Bompastor ganó la partida a Jonatan Giráldez con el planteamiento. Y las azulgranas salieron cohibidas por el estatus del rival y nerviosas ante un escenario al que no estaban acostumbradas. Todo estaba en su cabeza.

Sin jugar a un gran fútbol, el Lyon aprovechó sus recursos para hacer daño y tiró de experiencia para hacerse con el control del partido. Demasiados errores y la falta de acierto castigaron a un Barça al que se le aparecieron los fantasmas de Budapest. Pero lejos de hundirse y rendirse, las azulgranas, lideradas por una Alexia que se llevó el equipo a sus espaldas, remaron para tratar de revertir la situación. Aunque sus intenciones -y una mejor segunda parte-no bastaron. La reacción llegó tarde. Y se fueron del estadio entre lágrimas sabiendo que eran mucho mejores de lo que habían demostrado.

Pero ayer también ganó el Barça, porque logró un impacto social sin precedentes en el fútbol femenino que ya es historia. Más de 15.000 aficionados se desplazaron a Turín para animar a su equipo. En avión, bus o coche. Como en la final de la Recopa de Basilea de 1979. Las calles de la ciudad piemontesa se tiñeron de azulgrana. Y en la Piazza San Carlo - así como en todos los puntos de Catalunya y hasta Washington donde se congregó la afición para ver el partido en pantallas gigantes- abundaban las camisetas de Alexia, Aitana, Mapi León y Sandra Paños. Nuevos referentes para tantas niñas y niños que vieron cómo sus ídolas no se quitaron la medalla de plata -Aitana hasta la besó y la mostró con satisfacción a la televisión-. Crecerán sabiendo que solo pierde una final quien llega hasta ahí. Y que esto es motivo de orgullo. 

Budapest fue un punto de inflexión para el Barça. Empezó a trabajar y a invertir para poder competir en la élite hasta alcanzar su primera Champions el año pasado. Pues Turín también lo será. Porque hay pocas jugadoras tan competitivas como las del Barça, que saben que con esfuerzo y dedicación se cumplen los sueños. La derrota de ayer sirvió para ver que, aunque ya no hay distancia con el Lyon, quedan detalles por pulir. Habrá bajas y refuerzos en el equipo y, desde ya mismo, jugadoras y cuerpo técnico empezarán a trabajar para volver a estar en lo más alto. Y la plata cambiará por el oro.