¿Por qué es bueno Raphinha?

No llegó como los otros grandes brasileños que conquistaron Barcelona. Lo hizo procendente de un club que había rozado el descenso de la Premier League y siendo un comparsa en la selección brasileña, de los que entraba y salía. A diferencia de Vinicius o Ronaldo o Endrick o Ronaldinho, el azulgrana tampoco estaba bautizado de cuna.

En Brasil nunca le consideraron un niño prodigio y entró en Europa por la puerta trasera, en un club de la segunda división portuguesa con solo 19 años. No lo debió hacer mal porque tras cambiar de club en Portugal, se fue a un club menor en Francia. Y luego saltó a Inglaterra hasta que Deco le colocó en el Barcelona.

Quizás aprovechando su amistad con Laporta, quizás en la dirección deportiva de entonces le vieron algo que muchos otros no lograron apreciar, quizás porque era un tesoro escondido por descubrir. Por lo que sea. Como consecuencia, sus inicios no fueron fáciles en Barcelona. Y como nunca lo han sido en ningún sitio. 

Entrar en un club en quiebra, con un entrenador nuevo que se acostumbró a cambiarle en el tramo final del partido no le sirvió para ganar confianza. Se pedía su salida para recuperar, como ha pasado ahora con Vitor Roque, su traspaso.

Sin embargo, un giro inesperado cambió su destino. Con Flick se ha descubierto un Raphinha que, seguramente, ni él mismo conocía. Goles, asistencias, liderato en un vestuario han sido claves para que el Barça completara un gran año que estuvo a un paso de ser magnífico. Y lo mejor de todo es que Raphinha ni tiene uno contra uno ni una velocidad endiablada.

¿Qué tiene este jugador que lo hace único? Calle. Listo como pocos para buscar los espacios libres, las espaldas de los defensas y un disparo enorme. Son las dos cualidades que definen a Raphinha además de una voluntad inquebrantable para solidarizarse con sus compañeros. Su entrega no tiene límites y jugadores así son los que hacen equipo. Y los equipos son los que ganan títulos.