La bola Ansu Fati

Ansu Fati está pendiente de recibir su pasaporte español

Ansu Fati está pendiente de recibir su pasaporte español / AFP

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Ha llegado para quedarse, eso está claro. Poco futbolistas han tenido una irrupción tan potente en el fútbol profesional como Ansu Fati. Y menos, a los dieciséis años. No hace falta que recordemos nombres porque entonces nos vamos a encontrar con los más grandes de la historia del fútbol. O sí, ¿porqué no? ¿Acaso no es un orgullo que Ansu Fati esté en la lista de los elegidos? Efectivamente, es un privilegio para él y un orgullo para el Barça y los barcelonistas. Entiendo que ahora, tras los primeros partidos que ha jugado en la élite y el impacto que ha supuesto su juego, nos entre un poco de vértigo, que todos nos apuntemos a la teoría de protegerle ante lo que le espera en el mundo real, el de internet y las redes sociales, el que le escrutará el más mínimo gesto, palabra u obra. Pero seamos claros, una vez puesto en el escaparate, ya no hay vuelta atrás, esto es lo que le espra. No esperemos otra cosa. 

LA REALIDAD

Valverde manifestó que la bola Ansu Fati se va a hacer muy grande. Tiene toda la razón. Esto es como un alud, no hay quien lo pare. Entonces, afrontemos la realidad, ¿vale o no vale? Todos tenemos claro que vale, ¿no? Pues adelante a toda máquina. Si lo enviamos de nuevo al juvenil, el mundo mundial dirá que fue un fracaso. Habrá enviados especiales y televisiones de todo mundo relatando este retroceso. La bola es imparable, vaya adelante o vaya hacia atrás. Así que lo mejor es darle bola. Que entrene junto a Messi, que crezca junto a los mejores, que juegue en el primer equipo cuando se crea necesario, pues aprenderá más en una concentración profesional y veinte minutos contra el Eibar que viajando en autocar y siendo víctima del tuercebotas que le marque en un campo de juveniles o de segunda B. Prefiero a Ansu Fati exigido al máximo que sobrado ante equipillos de tres al cuarto. Eso sí, Valverde ha de saber cuando le convoca para que aprenda y tenga protagonismo, que no le haga perder el tiempo, en definitiva. En el primer equipo cuando sea apropiado para seguir creciendo o en el B, ¡no el juvenil!, cuando no pueda tener minutos en el primer equipo. No hay más. Y a la bola, que le den...