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Me gustó la imagen de pluralidad, convivencia y tolerancia

Samuel Umtiti y Clément Lenglet en el túnel de vestuarios de Ipurúa antes del Eibar-Barça (0-3) de la Liga 2019/20

Samuel Umtiti y Clément Lenglet en el túnel de vestuarios de Ipurúa antes del Eibar-Barça (0-3) de la Liga 2019/20 / VALENTÍ ENRICH

Carme Barceló

Carme Barceló

Desayunaba ayer con la fotografía de la y los jugadores franceses de los primeros equipos del Barça y pensé cuán diferentes eran unos de otros. Me gustó la imagen de pluralidad, convivencia y tolerancia que una instantánea así proyecta en los tiempos que corren. Griezmann, Lenglet, Dembélé, Hamraoui, Todibo y Umtiti. Campeones de Liga, de , del mundo, de casi todo. Le daba vueltas al café y pensaba que el fútbol ha echado mucho de menos a Samuel, que ayer iba a jugar su segundo partido consecutivo tras catorce meses. Un central que otorgó máxima seguridad a la defensa del Barça casi desde el primer día que llegó y un jugador que cuenta con el cariño del público y del vestuario. La gestión de su lesión es otro tema pero lo cierto es que, si nos ceñimos a su calidad, Umtiti es un futbolista de primer nivel. 

Lenglet casi nos hizo olvidarle. El rendimiento del central francés es de notable alto desde que aterrizó en el club azulgrana. Se acuerdan del término JASP? Pues eso. Es joven aunque sobradamente preparado. Con la cabeza bien amueblada, es humilde, de los que no buscan protagonismo ni dentro ni fuera y lleva una vida ordenada y sencilla, si este término aún es válido en el mundo del fútbol.

Yo veía -y quería- a Griezmann en el once titular ante el Borussia Dortmund. Pensaba -y pienso- que había que seguir rodando al nuevo tridente, integrarle, aprovechar la experiencia internacional de Antoine y dejar de darle munición al enemigo con teorías más o menos conspiratorias. Como dijo ayer Luis Suárez, “el día a día, la convivencia y el conocimiento han hecho posible la eficacia de mi tándem con Leo”. Aplíquenlo y tradúzcanlo en francés.

Alguien tenía que salir perdiendo en esta película. A priori, fue él. La titularidad de Dembélé le cerraba otra puerta. Pero Ousmane volvió a lesionarse. Ocho lleva ya. Tiró las botas y se fue llorando, abriéndole la puerta a su amigo. Un, dos, tres. Los vecinos y el chico nuevo de la comunidad firmaron los goles que colocaban al Barça primero de grupo. Bienvenido a la urbanización.