Beckham fue la baza electoral de Laporta

Guardiola, junto a Joan Laporta

Guardiola, junto a Joan Laporta / EFE

Josep M. Minguella

Josep M. Minguella

Joan Laporta es una persona inquieta a la que conocí cuando era un joven abogado que se movía por los círculos barcelonistas y acabó creando junto a otros la plataforma del Elefant Blau. Recuerdo que el día de la presentación en el hotel Majestic entré con mi esposa junto a Johan Cruyff y su mujer, Danny. No firmé, pero me pareció que era un acto barcelonista y por eso acudí. Laporta siempre me ha parecido alguien abierto y muy despierto, y no le costó poner nerviosa a aquella junta directiva hablando de una moción de censura.

Años después volvimos a encontrarnos en las elecciones que siguieron a la dimisión de Joan Gaspart en abril de 2003. Las acabó ganando Laporta gracias a la inteligente táctica que empleó durante la campaña al dar por hecho que tenía atado el fichaje de David Beckham, pese a que él sabía que no era verdad. Recuerdo que en abril de aquel año el Real Madrid y el Manchester United se enfrentaron en la Champions League. Un día coincidí con Jorge Valdano y le pregunté si el Madrid tenía atado al centrocampista inglés. No lo negó, ni tampoco lo confirmó, pero me dio la impresión de que lo tenían hecho. Poco después, cuando Laporta sacó el tema yo denuncié que no era cierto, pero la afición se había ilusionado y se lo creyó.

El hombre clave en aquella historia fue el agente israelí Pini Zahavi, que logró que el United firmara un documento diciendo que estaba dispuesto a negociar el traspaso de Beckham. En agradecimiento a su labor, Laporta se comprometió a fichar al turco Rustu en caso de ganar las elecciones. Y terminó fichándolo.

Laporta acabó ganando aquellas elecciones y abrió un nuevo capítulo en la historia del Barça. Fichó a Rijkaard como técnico y llegaron jugadores como Deco y Ronaldinho, que junto a gente de la casa como Iniesta, Xavi y Puyol dieron comienzo a una era esplendorosa a nivel deportivo.

La peculiar forma de ser de Laporta provocó que durante su mandato renunciase la mitad de su directiva. Esa situación acabó afectando mucho al Barça, porque se abrió una guerra dialéctica entre dos bandos que ha tenido consecuencias. Laporta hizo cosas que no se entienden, pero también hay que reconocer que hizo otras muy positivas para el club ya que otros no se hubieran atrevido a tomar sus decisiones. Hace quince años él y su directiva pusieron la primera piedra de una era de éxitos que se ha prolongado hasta el día de hoy. Y eso hay que reconocérselo.