La basura del fútbol también alimenta

Samper no ha tenido suerte en el Granada

Samper no ha tenido suerte en el Granada / EFE

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Sergi Samper se fue de Barcelona siendo un chico que había dejado atrás la adolescencia y volverá hecho un hombre. Ha hecho la mili en Granada, donde ha visto con sus propios ojos la suciedad que, bajo la alfombra, esconde el multimillonario mundo del fútbol. Las cesiones son melones por abrir que pueden salir pepinos o endulzar cualquier carrera. La cláusula que le ha impedido participar ni un minuto más en el tramo final de temporada es solo parte de un trayecto. El Granada debía pagar, no al Barça, sino al propio futbolista, 250.000 euros si llegaba a un cierto número de partidos. Un punto difícil de entender si quien la firmó solo se interesaba por su crecimiento deportivo. Y ahí nada tiene que ver el Barça, que, en cambio, sí penalizaba al club andaluz si no llegaba a una cifra en concreto (lo contrario obligaría a pedir la dimisión inmediata del responsable deportivo). Samper fue empujado a abandonar el edén que supone el fútbol base blaugrana para vivir aquello que en La Masia no enseñan, el mundo real. Sergi sigue teniendo las mismas virtudes como futbolista, pero es una persona más madura, más preparada para asumir el reto que supone pelear por minutos en un equipo cuyo fútbol se adapta mejor que ninguno a sus virtudes. Jugar poco en Granada no le ha convertido en peor jugador y, en cambio, sí le ha hecho más competitivo. Está preparado para, con la misma paciencia que ha exhibido Sergi Roberto, ganarse un sitio en la mesa de la que es su casa. La basura del fútbol también alimenta.