Bartomeu, en el Triángulo de las Bermudas

De momento, la cosa está así: viene Griezmann, no vendrá De Ligt y Take Kubo se ha escapado al Madrid. Justo lo que no quiere la afición, reacia a perdonar la espantada del año pasado del francés, ilusionada con el central con más futuro del fútbol europeo y muy dolorida por el hecho de que una de las perlas de la cantera haya fichado por el gran rival.

Tres decisiones muy arriesgadas de la directiva, un auténtico Triángulo de las Bermudas por el que puede perderse un presidente o un director técnico a poco que las cosas no salgan bien. Claro, que tampoco tiene porqué salir mal, pero ya se sabe que en esto del fútbol somos muy dados a tirarnos a la yugular de los que deciden cuando deciden lo que no hubiéramos decidido nosotros.

Situados, además, en un escenario depresivo por cómo acabaron la Champions y la Copa y enchufados los altavoces de las redes sociales, tenemos un cóctel explosivo. 

UNO POR UNO

¿Que puede hacer un presidente en estos casos? Griezmann: se lo pide encarecidamente la dirección deportiva, convencida de que es una oportunidad de mercado única y que subirá el nivel del ataque de forma extraordinaria.

O sea, que futbolísticamente no hay dudas y el único problema es emocional. Por eso Bartomeu pone dos condiciones, que el jugador pida perdón y que acepte el contrato que le ofreció entonces, inferior al que ha cobrado en el Atlético. Sucederán las dos cosas, pero lo que de verdad debe suceder es que Valverde encuentre el modo de encajarle en el sistema.

Vamos con De Ligt: aquí hay que pararse si te están tomando el pelo. Y si es así, explicarlo con pelos y señales a la afición. Si quedan dudas y De Ligt triunfa allí donde vaya y la defensa azulgrana no da la talla, alguien palmará.

Y por último, Takefusa Kubo: tema muy sensible porque están la cantera y el Madrid de por medio. Personalmente, lo tengo claro: no hay técnicos más cualificados para predecir su progresión que los del Barça, que le han tenido en los equipos inferiores varios años.

En dos años sabremos si estaban equivocados y si lo están, deberían exigírseles las máximas responsabilidades.