Bartomeu cayó ante un verdugo inesperado

Josep Maria Bartomeu está confinado preventivamente por el coronavirus Covid-19

Josep Maria Bartomeu prefiere irse antes que poner en riesgo la salud de los socios del Barça / AFP

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

La dimisión de Bartomeu era la crónica de una muerte anunciada. Ayer decía en mi artículo que intentaría resistir unos días. Han sido solo unas horas. Porque no ha obtenido de la Generalitat la cobertura legal necesaria para el aplazamiento del voto de censura. Lo que no han conseguido las durísimas críticas de la oposición, de sus propios futbolistas y del entorno culé lo ha logrado el Govern de Catalunya: acabar con la resistencia del presidente blaugrana. Bartomeu ha cometido muchos errores a lo largo de sus seis años de mandato. Muchos. Y merecía, probablemente, ser desalojado del palco. Pero no empujado por intereses políticos.

Resulta incomprensible que en un momento de máxima virulencia de la pandemia de coronavirus, cuando las autoridades están estudiando un nuevo confinamiento de toda la población, estos mismos dirigentes insistan en que hay que celebrar el referéndum sí o sí. Una frase de uno de los participantes en las reuniones que ha mantenido el Barça con representantes del Govern para analizar la conveniencia de las votaciones resulta tremendamente significativa: “Hay que hacer la moción. Nos han llamado de Waterloo”. 

Más allá de quien haya acabado siendo el inesperado ‘verdugo’ de Bartomeu, su sentencia de muerte estaba dictada desde hacía muchos meses. El ‘Barçagate’, el humillante 2-8 ante el Bayern en la Champions y su enfrentamiento con Messi (que estuvo a punto de provocar la huída del crack argentino) fueron los detonantes de una crisis que acabó con la inesperada recogida de más de 20.000 firmas pidiendo una moción de censura en su contra.

Ya habrá tiempo para analizar lo bueno y lo malo del ‘reinado’ de Bartomeu (que de todo ha habido), pero su obsesión enfermiza (y la de su predecesor y amigo, Sandro Rosell) por acabar con la herencia de Cruyff, Laporta y Guardiola ha sido decisiva para ganarse tanta animadversión. Bartomeu no ha sido el peor presidente de la historia del Barça. Ese dudoso honor continua siendo para Gaspart. Pero ha hecho muchos méritos para subirse al podio.