Barcelona, capital del fútbol y de la añoranza

Xavi, durante el encuentro en San Mamés

Xavi, durante el encuentro en San Mamés / EFE

Carme Barceló

Carme Barceló

“Entre lo que queremos y lo que podemos hay un trocito", dijo Xavi tras la victoria ‘in extremis’ del domingo. Una distancia corta para el técnico y quizá no tanto para muchos aficionados que, aunque comprenden la etapa de transición, demandan que el equipo no sea tan plano ni adolezca de tanta falta de fútbol.

Paradojas de la vida, apenas cuarenta y ocho horas después Barcelona reunió a lo más granado, añorado y aplaudido del barcelonismo. En poco espacio se dieron cita Guardiola, Luis Enrique, Messi, Busquets y el propio Xavi. O lo que es lo mismo: tres ex jugadores, uno en activo, dos ex entrenadores y el actual responsable del primer equipo. Unos en un restaurante, acompañados por Jordi Alba, Pepe Costa y las respectivas parejas; otro, en el mismo, celebrando su cumpleaños junto a esposa y amigos y Pep y Luis Enrique, también con Xavi, apoyando a su amigo Unzué. Como guión, no tiene precio. Como calidad, tampoco.

Es imposible que la mente no quiera jugar. O elucubrar. O soñar. Esa distancia tan pequeña que separa lo que se quiere y lo que se puede se estrechó con el encuentro en la ciudad condal, ayer capital del fútbol y de la ‘morriña’. Cuántos títulos reunidos, cuántos momentos celebrados y también, sí, cuántos días de tristeza e infortunio. “No es fácil jugar en el Barça. La camiseta aquí pesa veinte kilos más que en otro equipo”, reconoció Xavi en la misma rueda de prensa.

Bien lo sabe él, que estoy convencida querría sacarse unos cuantos de encima para que le dejaran trabajar. El técnico empieza a oír el run-run del ‘más de lo mismo’ y el sonido del silencio, tan doloroso la mayoría de las veces. Ante sí, un reto que se le ha complicado. Lo escribí hace unas semanas y lo repito hoy: lo que se encontró era bastante peor de lo que esperaba. El tiempo, por desgracia, le ha ido dando la razón y el objetivo se antoja cada vez más complejo. La victoria ante el Alavés le regaló dos semanas y un cumpleaños más tranquilo pero el cierre de mercado le tendrá en un sinvivir.

Y es que en El Prat no sólo aterrizó historia viva azulgrana. También llegó procedente de Londres Moussa Sissoko, agente de Dembélé. En el momento de escribir estas líneas, rozando las ocho de la tarde, ni estaba ni se le esperaba en las oficinas del Camp Nou. Representante y jugador siguen jugando sus cartas y dos cosas están muy claras: ni Ousmane tiene el menor interés en pasar a la historia del Barça, ni la historia se escribirá gracias a él.