El físico del Barcelona

Un Barça triste

Un Barça triste / VALENTÍ ENRICH

Xavi Torres

Xavi Torres

Estaba cantado. Tras el 1 a 4 de la semana pasada ante el PSG el argumento del físico volvió a la carga. Es el comodín habitual. Y es que ante unos escogidos por la naturaleza como Kurzawa, Marquinhos, Kimpembe, Kean, Gueyé, Icardi o Mbappé el Barcelona no tenía nada que hacer. Demasiado altos. Demasiado fuertes. Demasiado rápidos. Cuando Pep Guardiola se fue del Barça en verano de 2012 avisó de lo que iba a suceder cuando los resultados no llegaran. Dijo, resumiendo, que la crítica atacaría al método azulgrana para darle valor a esas miradas futbolísticas que priorizan el músculo. Hoy, nueve años después, así está el Barça, soñando con atletas y sobreviviendo tras maltratar la idea que ha dado al club las cinco Copas de Europa que tiene en sus vitrinas y la que lo convirtió, no hace mucho, en la referencia mundial.

Tras Guardiola llegó Tito, pero su obra quedó sesgada por la desgracia. El presidente Sandro Rosell, para desprestigiar a Pep y al cruyffismo, creyó que con esa plantilla cualquier entrenador haría campeón al Barça y trajo al Tata Martino. Y no ganó. Pero como para Josep Maria Bartomeu, Rosell es una de las cinco personas que más saben de fútbol en el mundo, siguió su camino. Y hasta hoy, agotada ya la inercia de Guardiola y usando el comodín del físico para explicar las penurias actuales y las necesidades para el futuro. La cacareada evolución consistía en mejorar el rendimiento bajo el paraguas de la idea. Luis Enrique, por ejemplo, colaboró convirtiendo a Neymar en el cuarto centrocampista cuando el Barça perdía el balón, con las piezas desplegándose hacia la derecha para que Rakitic protegiera a Messi. Poco más hasta la degradación táctica y la reducción de talento.

¿Puede ser que el problema no sea físico sino futbolístico; que la presión no dependa del músculo sino de la colocación; que Pedri siempre gane a Arturo Vidal porque al fútbol se juega con la cabeza y se usan los pies, o que Mbappé marcara un’ hat-trick’ en el Camp Nou con un primer gol de habilidad; un segundo, de intuición, y un tercero, de calidad?

Un día, un equipo de niños perdió 3 a 2 en los últimos instantes. Un padre, muy enfadado, le echó en cara al entrenador de su hijo que la culpa era del físico porque en los entrenos todo lo hacían con balón y apenas daban las históricas vueltas al campo. El entrenador le preguntó si su hijo hacía natación en el colegio. “Sí”, le respondió el padre. “¿Y lo ha visto alguna vez con el gorro de baño puesto y corriendo alrededor de la piscina? No, ¿verdad? Pues, eso”. ¿No se dan cuenta de que a correr y a saltar el Barça no va a ganar nunca? El balón, por favor. Perdónenme. No hay otro camino.

El chut de lejos

Corría el minuto 66 del partido ante el Cádiz cuando Koeman salió del banquillo para gritar y liberar tensiones. El marcador señalaba un pírrico 1 a 0 y el técnico holandés, escamado por la experiencia, se quejó de la falta de acierto ante la portería de Ledesma. No hace falta profundizar sobre lo que sucedió después. Dicen las estadísticas que el Barça chutó 22 veces aunque se le cuentan apenas seis grandes opciones de gol. Eso es una ocasión cada 15 minutos. Que cada uno valore si es mucho o poco. Lo que sí sorprendió (por poco frecuente) ante el ultradefensivo planteamiento de Álvaro Cervera es la repetición del lanzamiento desde la larga distancia -nueve-. Anoten: Dembélé (19’, 27’, 55’), Messi (19’, 29’, 79’), Alba (16’), Pjanic (78’) y Puig (85’). Eso sí, solo Messi y Riqui estuvieron a punto de marcar en dos de sus cañonazos. 

Como atacar es mucho más difícil que defender el Barça debe aprovechar todas las opciones. Ante el Cádiz insistió desde lejos porque apenas trabajó la profundidad, porque no pudo superar el bosque de piernas que había en la frontal del área y porque tampoco tuvo acierto en el desborde, por fuera. Y como el equipo andaluz apenas atacó, tampoco pudo correr a la contra. De hecho, el único gol llegó tras una presión post-pérdida que provocó el penalti a Pedri. Para crear dudas en los rivales es importante que el equipo sea capaz de combinar los finales de las jugadas, porque para entrar por dentro necesita éxito en la creación de peligro por las bandas, en chuts desde lejos o en jugadas profundas asaltando la línea de fondo. Mientras todo sea previsible el gol estará más lejos.

Guardiola y su City

18 victorias seguidas y 25 partidos sin perder, con opciones reales de éxito en todas las competiciones. El mundo del fútbol, un año más, rendido a los pies de Pep. Veremos cómo acaba la temporada pero, durante la misma, los aficionados del Manchester City se divierten y sienten orgullo de lo que ven. 

Futuro, desde ya

Sabe Koeman que debe clasificar al equipo entre los cuatro primeros, porque no estar en la próxima Champions supondría la ruina para el club y su despido. Ahora bien, ¿está seguro de que el nivel actual de Àlex Collado en el filial es peor que el de cualquiera de sus delanteros -excepto Messi-?