El Barça ya tiene a su Villarejo

José María Enríquez Negreira, en una imagen de archivo.

José María Enríquez Negreira, en una imagen de archivo. / Archivo

Joan Vehils

Joan Vehils

Tiene uno la impresión que José María Enríquez Negreira ha engañado a todos los presidentes del Barça al más puro estilo Villarejo. Bueno, quizá con métodos aún más cutres y con menos tecnología. La policía de finales de los ochenta y noventa tiene algunas similitudes con ciertos modos de proceder de algunos representantes de los estamentos arbitrales. Mariscadas, wiskis, puros, regalos, sobres cerrados y largas comidas entre directivos de la federación, de equipos de primera, árbitros retirados, empresarios y agentes sin uniforme. Todos ellos se citaban en restaurantes de la Barceloneta, el Port Olímpico o marisquerías de la zona alta de la ciudad. Luego, algunos alargaban la noche.

Es verdad que eran otros tiempos, pero allí empezó todo y de allí viene todo. Se engañaban unos a otros, pactaban lo imposible y acordaban misiones inviables con el dinero de otros. Por aquel entonces toda valía. Los estadios no tenían tornos, el dinero negro iba de un lado a otro sin control alguno y hacienda... quizá algún inspector también comía de vez en cuando en alguno de esos restaurantes mencionados.

Se pregunta ahora mucha gente donde han ido a parar los siete millones y medio que Negreira ha ingresado durante estos veinte años que ha pasado facturas al Barça. La mitad a hacienda, porque Negreira declaraba sus ganancias. El resto, imagino que buena parte se desintegró en los estómagos agradecidos del ex colegiado y sus colegas, otro tanto en gastos personales y familiares y, finalmente, en regalos de todo tipo que recibían los árbitros. Por cierto, una práctica habitual que realizaban casi todos los clubs domingo tras domingo.

Negreira, como Villarejo, los ha engañado a todos, pero el policía ha sido algo más listo que el árbitro y los tiene grabados. No creo que ningún presidente del Barça se haya enriquecido con ese dinero y tampoco pienso que se comprara a ningún árbitro por pitar un penalti a favor o por expulsar a un futbolista sin motivo a alguno. No obstante, lo único cierto es que Negreira cobró del Barça desde el 2001 al 2018. Así que habrá que justificar muy bien esos gastos. Desgraciadamente para él y su familia, el ex árbitro sufre un principio de alzhéimer y eso puede liberarle de declarar delante de la justicia. Esa es la gran diferencia con Negreira. El poli habla por los codos y el árbitro parece que callará para siempre. Por el bien del Barça, esperemos que exista una explicación creíble y que el caso quede cerrado para siempre. Eso sí, el daño ya está hecho.

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