Lo de siempre

Valverde

Valverde / EFE

Rubén Uría

Rubén Uría

Tres nombres propios dejaron escenas a las que nos tienen acostumbrados. Valverde volvió a naufragar en las procelosas aguas de la vulgaridad, como máximo responsable de un equipo que puede y debe jugar mucho mejor. En Dortmund hizo algo que no es nuevo en él. Un cambio más relacionado con la política que con lo que requería el juego: dejaba a Antoine en el campo y sacaba a Ansu del verde. Lo de siempre. Ter Stegen también hizo aquello a lo que nos tiene acostumbrados: cuando el equipo tenía el agua al cuello, detuvo un penalti a Marco Reus, demostrando que es uno de esos tipos capaces de hacer de lo excepcional algo rutinario. De postre, Messi, el de siempre, también sufrió lo de siempre. Sin pretemporada ni rodaje, recién obtenida el alta médica, saltó al campo para darle otro aire al equipo. Cuando levantó la cabeza, volvió a comprobar lo de siempre: dicen que le fichan socios de renombre, pero cada día está más solo. 

DE LA NADA, UN PUNTO

Había enemigo enfrente: el Dortmund. Y tras la maravillosa era de dos genios como Klopp y Tuchel, vimos que Lucien Favre apuesta por recuperar todos los arcanos reconocibles del Borussia: intensidad, presión y verticalidad. Contra ese muro amarillo chocó un Barça plano, estático y previsible, que durante varias fases del partido pareció seguir empanado, con la cabeza aún en Anfield. Como los goles no se merecen, sino que se marcan, los alemanes se quedaron sin premio. El Barça, en cambio, encontró un botín inmerecido: de la nada, sumó un punto.

CARÁCTER EN LONDRES

Desangrado por el injustificable despido de Marcelino y ensombrecido por una relación agrietada entre vestuario y propiedad, el Valencia llegó a Londres con la esperanza de recuperar la sonrisa. Y la plantilla habló donde debía, en el campo: alto y claro. Rodrigo sometió al Chelsea de Lampard, Cillessen hizo una parada tremenda al filo del descanso y Barkley falló un penalti en los últimos instantes. En la semana del incendio, el vestuario che salió de las llamas con personalidad.