El Barça, roto por la guerra Messi-Bartomeu

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Bartomeu habló de la renovación y del futuro de Messi / FCB

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Guerra total. Messi contra Bartomeu. Y el Barça llora. Tremendo dolor el que sienten hoy todos los culés después de conocer la noticia de que el mejor jugador de la historia anuncia que quiere abandonar el club a través de un frío burofax. El niño que se hizo genio en el Camp Nou se va, 16 años después, por la puerta de atrás harto del presidente. Del desencuentro se ha pasado al odio. Y del odio, a la ruptura. Con una batalla legal que ahora se ha iniciado por la interpretación de la cláusula liberatoria del contrato de Messi, según la cual tenía la posibilidad de abandonar gratis el Barça hasta el 10 de junio, diez días después de acabar (teóricamente) la temporada. Para los abogados del jugador, la cláusula sigue en vigor por haberse jugado la Champions en agosto. Para los asesores jurídicos del club, ya caducó cualquier posibilidad de irse unilateralmente y ahora apelan a la rescisión de 700 millones de euros. 

Pero este litigio es, al final, lo de menos. Lo realmente triste es que el último partido de Messi con la camiseta blaugrana sea el humillante 2-8 ante el Bayern. Resulta increíble pensar que pueda ser así. Es dramático que la carrera deportiva de Messi en el Barça termine de esta forma tan desgarradora. Pero la cuerda se ha tensado tanto, por ambas partes, que al final se ha roto en mil pedazos. 

La historia juzgará a unos y otros. Pero sobre el legado de Bartomeu pesará siempre siempre siempre el haber sido el presidente que traspasó a Messi. Porque esto no puede acabar de otra forma. De hecho, es lo que ha forzado el crack argentino con su burofax: que el club no tenga más remedio que venderle por mucho menos de esos 700 millones de euros. Bartomeu (que ayer por la mañana aún me aseguraba a través de una llamada telefónica que Messi se quedaba sí o sí) ha enterrado lo que quedaba del mejor Barça de la historia. Messi, por su parte, ha destrozado la poca ilusión que tenían los culés en el nuevo proyecto de Koeman. ¿Qué queda ahora? El desierto. La amargura. La rabia. Un futuro sin futuro... Qué pena todo.