Un Barça solo para ricos

El estadio de Montjuïc es una posible opción

El estadio de Montjuïc acogerá la 58ª edición del Trofeo Joan Gamper / IGNASI PAREDES

Ernest Folch

Ernest Folch

El Barça anunció las nuevas condiciones para asistir a los partidos en Montjuic la temporada que viene, y ha sembrado la inquietud en el socio del Barça. Porque es sano y defendible que el acceso de los abonados a las entradas se haga por estricto sorteo. Es cívico y ejemplar que en esta nueva etapa el club promueva el uso del transporte público. Y es muy lógico que en este traslado el socio tenga que asumir sacrificios.

Ahora bien: lo que es indefendible es que el porcentaje de abonados pase del 80% del total en el Camp Nou a poco más de la mitad en el Estadi Lluís Companys, como es injustificable subir los precios de los abonos entre un 30% y un 40% cuando las condiciones generales de visión y accesibilidad no solo no mejoran sino que empeoran ostensiblemente. A la pregunta de por qué se encarecían las entradas, la vicepresidenta Elena Fort negó la mayor y se justificó diciendo que en realidad “se trata de otro producto”. No cuela.

Por muchos malabares lingüísticos que se hagan, lo que de verdad quiere el Barça, pero no puede confesar, es destinar más butacas para los turistas y aumentar la rentabilidad de las entradas, así como mejorar sensiblemente el margen que obtiene de los abonos. El club sabe desde hace mucho tiempo que quien da más beneficios es el turista, no el socio, porque está dispuesto a pagar el triple por cada entrada y además es consciente que el Barça es uno de los grandes clubes que tiene los abonos más baratos de Europa.

Hasta ahora, los bajos precios para los socios del Barça tenían una justificación social: se trataba de promover un club más democrático e inclusivo, donde se premiara la fidelidad y no todo fueran intereses económicos inmediatos. El anuncio de las nuevas condiciones para los abonados en Montjuic supone a la práctica una clara ruptura con esta filosofía. Consciente de ello, la junta actual, que hace lo mismo que hubiera hecho la anterior, opta por el negacionismo: sube los precios, pero niega que los suba porque sabe que, de admitirlo, estaría de hecho traicionando la promesa electoral de no subir los precios.

Sin embargo, queda en el aire una sospecha muy fundada, que evidentemente también será negada: es posible que no estemos ante una medida coyuntural sino ante un cambio estructural. Montjuic puede anticipar, de hecho, un nuevo Camp Nou donde ir al fútbol será cosa solamente de ricos, de turistas y de multimillonarios saudíes. De eso iba, en realidad, el Espai Barça

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