Remontada con épica y final merecida

Piqué estalló de alegría al marcar el gol

Piqué estalló de alegría al marcar el gol / AFP

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Laporta, Font y Freixa estaban en el palco. El domingo por la noche, uno de los tres será el nuevo presidente del Barça. Un presidente que tendrá que gestionar un club en crisis económica y en quiebra institucional. Pero que futbolísticamente empieza a resucitar. Gracias a Koeman. A su valentía. Y a su capacidad para recuperar el talento de futbolistas que parecían muertos. Y a su confianza en un proyecto que empezó con muchas dudas pero que, poco a poco, va creciendo. De momento, este nuevo/viejo Barça ya está en la final de Copa. Después de una épica remontada (con prórroga incluida) ante el Sevilla. Una final que puede ser un gran título para una temporada que todos auguraban que iba a ser de transición.

La primera parte del Barça fue perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque solo marcó un gol... y mereció más. Dominó absolutamente al Sevilla. Presionando, robando balones, atacando con intensidad, creando mucho peligro y chutando a portería. Un recital futbolístico que tuvo poca recompensa: el maravilloso tanto de Dembélé. El francés ha resucitado. Cada vez se parece más al Dembélé del Borussia. Han tenido que pasar tres años y medio para que se obrara el milagro. Pero ha valido la pena. La mejor versión del extremo galo ha aparecido en el momento justo. Se ha olvidado de las lesiones y su aportación empieza a estar acorde con el precio de su traspaso (105 millones fijos más 40 en variables). El gol que le marcó al Sevilla (el segundo en solo cuatro días) fue una obra maestra en la que demostró su calidad superlativa.

En la segunda parte el equipo blaugrana bajó el ritmo. Por el cansancio y por la buena defensa de un Sevilla que supo frenar el ímpetu del equipo de Koeman. El Barça siguió intentándolo, pero más con el corazón que con la cabeza. Recuperó entusiasmo después de que Ter Stegen parara un penalti cometido infantilmente por Mingueza. Pero no había manera de superar la muralla del conjunto de Lopetegui. Hasta que llegó el cabezazo heroico de Piqué, en el tiempo de descuento, que permitió forzar agónicamente la prórroga. Allí empezó otro partido, más plácido para los blaugranas. El Sevilla, con 10, se encerró. Y el Barça dominó otra vez con comodidad. Hasta que el tanto de Braithwaite sentenció. A la final, sufriendo. Pero a la final. Y el título que Koeman anunciaba como el más cercano ya está a solo un triunfo. El nuevo presidente (Laporta, Font o Freixa) podrá celebrarlo.