El Barça necesita una profunda regeneración

Josep Maria Bartomeu, expresidente del FC Barcelona

Josep Maria Bartomeu, expresidente del FC Barcelona / AFP

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

El Barça necesita una profunda regeneración. Un cambio radical. La detención de Bartomeu por el ‘Barçagate’ es la triste culminación de un proceso de degradación institucional que empezó ya hace demasiados años. El Barça debe pasar página. Y acabar con esta terrorífica etapa de judicialización que ha manchado el escudo hasta límites insospechados. La imagen del club ha sufrido un tremendo desgaste que será difícil de recuperar. Las elecciones son una oportunidad única para que los socios finiquiten un estilo de gobierno que ha sido tremendamente perjudicial para la entidad. Hace falta trasparencia. Hace falta honestidad. Hace falta control. Hacen falta dirigentes que sirvan al Barça y no que se sirvan de él... El Barça está inmerso en una grave crisis. Una crisis que, evidentemente, no es solo deportiva, como quiso hacernos creer el propio Bartomeu tras el 2-8 ante el Bayern. Es una triple crisis institucional, económica y deportiva de la que no se sale con un par de fichajes y algún título. El trabajo del nuevo presidente se antoja un reto gigantesco. Y los socios tienen la obligación de escoger al candidato que mejor represente esta regeneración imprescindible para el futuro de la entidad. 

Laporta, Font y Freixa tienen todavía cuatro días de campaña por delante, con dos debates, para demostrar que están capacitados para esta tarea ingente. Para demostrar que están dispuestos a liderar esta profunda transformación que necesita el Barça. El que convenza a los electores de que es el que está mejor preparado para afrontar este cambio tiene mucho ganado. El ‘Barçagate’ solo es un ejemplo más de todas las oscuras maniobras que han rodeado el club desde hace más de dos décadas. Mociones de censura interesadas, acciones de responsabilidad vengativas, espionajes internos y externos, fichajes inexplicables, gastos desproporcionados... Demasiada porquería. Demasiadas dudas. Demasiadas mentiras. El Barça ha sufrido una larga, larguísima, etapa de gestiones vergonzosas que ahora hay que cerrar. Para siempre. Después de tantos años de oscuridad, el Barça necesita luz. Mucha luz. En el campo. Pero, sobre todo, en los despachos.