El Barça que se ha encontrado Messi

Messi, antes del Gamper

Messi, antes del Gamper / AFP

Albert Sáez

Albert Sáez

No es difícil de imaginar que Leo Messi se vio en algún momento del último mes fuera de su BarçaY a la vuelta, se ha encontrado la casa revuelta. Los cuadros cambiadas, las paredes desconchadas, los muebles cambiados de sitio, ... Posiblemente, el desorden era anterior pero el efecto de salir y volver a entrar provoca habitualmente que algunas cosas se vean diferentes. Ya estaban allí, pero eran imperceptibles. El desorden es mayúsculo. La debacle de Lisboa ha provocado un adelanto electoral que la moción de censura puede incluso acelerar, el mercado no está para muchas alegrías y las salidas de jugadores alcanzan para reducir las nóminas, pero no para los fichajes que el presidente prometió, el entrenador necesita y el mismo Messi sugirió.

En ese contexto y en el de la conmoción por <strong>la despedida de Luis Suárez</strong>, engendrada en una fría llamada de teléfono y amañada en el último minuto, hay que entender el post de ayer de Messi y la reacción en cadena de compañeros y excompañeros del vestuario. Está claro que en el Barça se ha abierto la veda y lo que hasta ahora se decía susurrando ha saltado a las redes sociales y a los medios de informacíón. Cuanto antes se aclare el calendario electoral, antes se acabará con este estallido que se verá atenuado en todo caso desde el domingo cuando la pelota vuelva a rodar.

No faltarán algunos socios que, a pesar de la poca popularidad de Bartomeu a estas alturas, se revelen contra los jugadores acusándolos de amotinarse. Sinceramente, creo que se equivocan. El club está disconformado, que diría La Pegatina, y de ello no se puede culpar ni únicamente ni principalmente a los jugadores. Se ha llegado hasta aquí por muchos motivos, algunos endógenos y otros exógenos, e incluso por un exceso de sumisión a la plantilla, pero ello serían en todo caso responsabilidad de los directivos. Esto no es el Hesperia.