Un Barça que no se arruga... pero que necesita un nueve

Pjanic entró en la segunda mitad

Pjanic entró en la segunda mitad / AFP

Xavier Ortuño

Xavier Ortuño

Menudo duelo vivimos ayer en el Camp Nou. Para ser el tercer partido de los dos equipos en la competición se podría catalogar de partidazo. No vimos mucha magia pero Koeman y Lopetegui libraron un duelo táctico de altísimo nivel.

En el arranque del partido, el técnico del Sevilla logró que su equipos se hiciera con la posesión del balón. Logró desarmar el doble pivote de Koeman y aislarle en la salida de balón. Lopetegui demostró que está capacitado para medirse a cualquier equipo y cuenta con la baza que tiene al equipo mucho más con la medida tomada.

El Barça, por su parte, no se cansó de intentarlo una y otra vez si fallaba por un camino no se arrugaba y lo seguía probando. Si Lopetegui encerraba el equipo, Koeman lo intentaba estirar y meterle toda la velocidad que podía. Sería un partido de ida y vuelta sino fuera que ninguno de los dos equipos corría como pollo sin cabeza. Muy medido todo en el campo, el Sevilla buscando robar el balón como un loco y el Barça tratando de recuperarlo. 

Agradecer la limpieza de los dos equipos que no cayeron en el juego bruto ni en el choque físico que habíamos visto en algunas ocasiones. El resultado no permite cerrar el primer parón con un pleno de victorias pero a cambio hemos visto que este equipo cuando recibe no tarda mucho en reponerse e intentar responder y que no se arruga cuando un equipo detecta sus puntos flacos.

Además nos podemos alegrar del banquillo del Barça, por fin parece que pueden pasar cosas con los jugadores que esperan en la banda para entrar. Ver juventud y ganas como Pedri o Trincao o la solidez de Pjanic nos hace aprender cosas y nos deja espacio para soñar que cuando haga falta cambiar el signo del partido será posible.

También nos queda una duda, si el partido de ayer hubiera sido distindo con un nueve de referencia... y quizás, ante rivales duros y tan bien colocados regalarles la posición de nueve es un lujo que no nos podemos permitir.

Koundé y Diego Carlos no tuvieron distracción ni necesidad de pelear 90 minutos con jugadores que trataban de penetrar desde lejos pero que no chocaban constantemente contra ellos. Quizás un jugador fijando como Depay podría haber ayudado a romper la sólida línea defensiva del Sevilla.