El Barça no puede caer en la trampa de subestimar el clásico

Hernández Hernández será el árbitro del clásico

Hernández Hernández será el árbitro del clásico / AFP

Ernest Folch

Ernest Folch

Que nadie se deje llevar por el efecto óptico de la clasificación: que en este clásico no estén en juego los 3 puntos no quiere decir que no sea crucial, como todos los clásicos. El Madrid llega a Barcelona con aspecto desganado, e incluso ha dejado ir algún globo sonda según el cual vendría al Camp Nou con reservas, como si no le fuera nada en el envite. Nada más alejado de la realidad. Porque en un clásico lo más importante rara vez son los tres puntos. Lo que está en juego es algo mucho más decisivo, como decidir quién tiene la supremacía sobre el otro. Si la Liga quedó decidida en el clásico de la ida no fue por las matemáticas (que-daba una vuelta entera por disputar) sino por la superioridad manifiesta del Barça, que tumbó a su rival en la lona hasta la temporada siguiente. Tanto es así, que clásicos que aparentemente no deciden nada pueden convertirse en decisivos con el paso de los meses. En un lejano 2004 el equipo de Rijkaard se impuso en el Bernabéu con un 1-2 antológico obra de Xavi y, aunque no le sirvió para ganar la Liga, le permitió creerse el proyecto y reconstruirse a tiempo: al año siguiente ganaría la Liga y la Champions. Lo mismo puede decirse al revés: hace dos temporadas, en el primer partido tras la muerte de Cruyff, el Barça entregó el partido al Madrid de Zidane (1-2) tras empezar ganando 1 a 0: los blancos no pudieron ganar aquella Liga pero se rearmaron moralmente. En las dos temporadas siguientes el Madrid ganó dos ve-ces la Champions y una Liga. Es decir, hay que ir con mucho cuidado con la forma de gestionar un partido de esta envergadura. Cualquier aleteo de una mariposa en un clásico puede desencadenar un tsunami mucho tiempo después. Esta temporada el Madrid ya ha tirado la Copa, la Liga y amaga con hacer lo mismo con el segundo clásico. El Barça no debe caer en esta peligrosa trampa. Prohibido subestimar el clásico.