El Barça pide ser retocado con cirugía

Araujo, Messi y Mingueza, celebrando un gol

Araujo, Messi y Mingueza, celebrando un gol

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Koeman, nada más llegar al Camp Nou, pidió tres refuerzos: Dest, Wijnaldum y Depay. Solo llegó el lateral, un futbolista cuyo recorrido en el Barça se intuye enorme. Sus otros dos deseos siguen siendo una incógnita vestidos de blaugrana, una apuesta sin certezas. En cambio, de lo que no existe duda alguna es de la capacidad de Ronald de modificar su plan inicial improvisando recursos. El técnico, sin opciones de acudir al mercado, abrió la nevera, desechó lo que no le servía y aprovechó todo lo aprovechable para cocinar un nuevo Barça. Preguntarse qué habría pasado si el club hubiera satisfecho sus demandas es perder el tiempo. No lo es analizar lo ocurrido desde entonces para planificar la próxima temporada.

En lo positivo, sin Wijnaldum, el técnico ha convertido a Pedri en un futbolista cuyo valor alcanza los setenta millones de euros. Sin Wijnaldum, Riqui Puig ha tenido más presencia de la que el propio entrenador estaba dispuesto a ofrecerle. Sin Wijnaldum, Ilaix está aporreando la puerta del primer equipo. Sin Depay, Dembélé se está revelando como una gran referencia en ataque. Sin Depay, Braithwaite ha dignificado su oficio y metido al Barça en la final de Copa. Koeman, en definitiva, ha encontrado petróleo en lo que parecía una plantilla seca.

En lo negativo, aún no llega para la Champions, que no es poco. Y es ahí donde el trabajo quirúrgico de la nueva dirección deportiva no puede permitirse errores. Es imprescindible sumar talento a la plantilla, pero también lo es no taponar los brotes verdes surgidos del fútbol base y de quienes de la necesidad están haciendo virtud. No es un trabajo sencillo, pero de su éxito depende en gran medida el futuro del Barça.