Un Barça pequeño ante los grandes

El Barça cayó ante el Real Madrid

El Barça cayó ante el Real Madrid / EFE

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

El Barça se ha convertido en un equipo pequeño ante los grandes. Y la culpa no es solo de Koeman. Porque esta mediocridad competitiva es la consecuencia más dolorosa de la decadencia futbolística en la que ha entrado el club desde hace ya demasiados años. Es verdad que con el técnico holandés en el banquillo solo se han ganado 3 partidos de 16 ante los rivales más potentes de España y Europa (incluidas tres derrotas consecutivas contra el Madrid), pero el descenso a los infiernos empezó hace ya cinco temporadas en la Champions, con las humillaciones ante la Juventus (2017), la Roma (2018), el Liverpool (2019), el Bayern (2020)… y todavía no ha terminado, porque hasta el Benfica (2021) se atreve a destrozar al débil conjunto blaugrana.

Este Barça, desgraciadamente, ha dejado de ser un referente. Y la construcción del nuevo proyecto que promete Laporta todavía está lejos de vislumbrarse. El equipo deambula como alma en pena, ganando partidos fáciles sin brillantez y perdiendo de forma contundente los encuentros de alto nivel. La fragilidad defensiva y la falta de gol conviven como un terrorífico cóctel que aboca al desastre. Y es que ni siquiera los excelentes jugadores (como Ter Stegen o Frenkie de Jong) están a la altura de su calidad. Por no hablar del fiasco eterno que significa Coutinho y la no menos eterna esperanza que representa Dembélé, que podría recibir el alta médica de su enésima lesión esta misma semana. Los jóvenes (Ansu, Pedri, Gavi, Nico...) son el futuro, pero no se les puede exigir que suplan todas las carencias de este Barça que va de naufragio en naufragio. 

Lo más doloroso de todo es que no hay solución inmediata a semejante problema. Los grandes fichajes tardarán en llegar. Si es que llegan. Y cracks como Mbappé o Haaland son más un sueño que una ilusionante realidad. La revolución de la cantera sería una apuesta arriesgada. Que los socios y aficionados podrían llegar a asumir e, incluso, compartir. Aunque, difícilmente, serviría para ganar títulos. Habrá que armarse de paciencia. De mucha paciencia. La herencia de Bartomeu tardará en superarse… Y una reflexión final: por muy mal que lo pueda estar haciendo Koeman (insisto, la culpa no es suya), no se merece de ninguna de las maneras el trato que le dispensaron unos energúmenos a la salida del Camp Nou. Un ataque absolutamente injustificable y reprobable que el Barça debe investigar a fondo.