El Barça se parece cada vez más a si mismo

Piqué marcó el quinto gol del FC Barcelona ante el Levante

Piqué marcó el quinto gol del FC Barcelona ante el Levante / VALENTÍ ENRICH

Ernest Folch

Ernest Folch

En el fútbol es conveniente no fiarse de los espejismos. El Levante-Barça generó uno de estos gigantes engaños que los espectadores pueden llegar a confundir con la realidad: el equipo local jugó una espléndida media hora inicial, en la que parecía que tenía todo un Barça anulado, sin que los blaugranas fueran capaces de generar ni una sola ocasión. Pero justo cuando el Levante tuvo su gran oportunidad con un remate en el larguero que pudo ser gol, apareció Messi para crear un pase que no existía a Luis Suárez, que remató con su precisión proverbial.

A partir de ahí, el Barça terminó cada ataque en un gol y convirtió un partido que se estaba enredando en un pasatiempo, en el que Messi se sacó de la chistera un hat-trick y dos asistencias de gol, y convirtiéndose además en el jugador blaugrana que más partidos ha ganado de la historia, batiendo el récord que tenía Xavi. Hemos llegado a un punto en el que a Messi le basta con cambiar de marcha para que los partidos terminen y los espejismos se rompan. Porque es cierto, el Levante tenía el partido muy bien controlado, pero había una variable que no hacía preciso ningún diagnóstico: Messi todavía no había apretado el botón. Y basta con que el argentino decida, donde, como y cuando el quiera, que el partido se ha acabado para que todo termine en un instante. No hay en el fútbol ningún jugador que tenga este poder devastador sobre el destino de un encuentro.

Si el fútbol fuera justo, el Levante no hubiera recibido un castigo tan cruel a su buen inicio, pero podrá consolarse con que si no llega a jugar el ‘10’ blaugrana, hubiera podido aspirar a algo real. Pero lo cierto es que Messi no puede sacarse de la ecuación porque Messi es del Barça, y forma parte de un equipo que ha empezado a entrar en modo apisonadora de crucero, a pesar de que ayer tuvo que improvisar con un 3-5-2 por culpa de la lesión de Semedo y que Valverde sacrificó a Dembélé en una posición de contención en el medio campo que le imposibilitó desarrollar todo el potencial que había mostrado en los últimos partidos. El equipo se afianza cada vez más en el liderazgo, Messi ya es pichichi, Valverde encuentra soluciones a los problemas que se plantean y el resultado es que el Barça se parece cada vez más a si mismo. El único lunar es, una vez más, que Aleñá no pueda entrar ni cuando se está ganando 0 a 5.