El Barça pagó su pésima primera parte

Rodrigo y Gameiro celebran el segundo gol del Valencia

Rodrigo y Gameiro celebran el segundo gol del Valencia / EFE

Pichi Alonso

Pichi Alonso

Nada nuevo en el planteamiento inicial: posesión absoluta para el Barça y repliegue y contra del Valencia. Ante un escenario previsible, los de Valverde encallaron con una circulación lenta y con desborde nulo. Facilidades para alcanzar la zona de tresa cuartos y ofuscación en la recta final. Sin uno contra uno, sin desborde, cabe lanzar una pregunta: ¿para qué sirve habilitar dos jugadores por banda?

En esta ocasión, el revulsivo Messi tampoco ejerció de milagro. Leo estuvo bajo presión de un marcaje fijo y una ayuda  saliendo a pierna izquierda intentando anular el dribling o el disparo. El resultado es que la primera intervención de Jaume fue en el 44’ tras un chut de Messi.

¿Y el Valencia? Velocidad en salida, sensación de peligro constante... y dos goles al descanso. Primera lección: la posesión no significa control de juego y partido.

REACCIÓN, A MEDIAS

El Barça de la segunda mitad solventó dos de los principales problemas: la intensidad global y la velocidad del balón. El resultado inmediato fue poner cerco al marco del Valencia y, en consecuencia, recortar diferencias gracias al oportunismo de Leo Messi. La pregunta fácil no es otra que el cuestionar ¿por qué el Barça no se aplicó de la misma forma desde el minuto 1?.

Esfuerzo y voluntad quedaron patentes, pero la ausencia de ideas y remate en momentos puntuales siguió bien presente. El equipo pagó muy caro el regalo del primer tiempo. No cabe duda que, tras la reflexiónd el final de temporada, se intuyen críticas feroces. Y es que el Barça dejó escapar la Copa no por falta de actitud ni voluntad sino por escasez de fútbol sobre el terreno de juego.