El Barça, de nuevo, un ejemplo

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E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Yo tengo ya 66 años, llevo muchas décadas, demasiadas, metido en este mundo y, dirigido por periodistas portentosos, he tratado de marcar al Fútbol Club Barcelona. Cuando digo marcar es que desde mi admirado Álex J. Botines hasta mi hermano Carlos, pasando, cómo no, por ese auténtico, este sí, ‘ser superior’ llamado Antonio Franco, cuya fotografía me acompaña en la mesita de noche, estuviésemos en el periódico, en la redacción, que fuese, siempre sentíamos la necesidad, profesional, por supuesto, pero también personal, de tener los mil sentidos, los dos ojos y los dos oídos metidos en el Barça para informar de lo que fuese.

Esa dedicación, que simplemente era profesional, porque sabemos lo mucho que le interesa a nuestros lectores, oyentes y telespectadores el día a día del Barça, se ha prolongado a lo largo de los años y ha tenido, sí, una mezcla de cosas buenas, malas, tremendas, maravillosas, risas y lágrimas, triunfos y fracasos. Yo, personalmente, siempre he tenido la sensación de que, en determinados momentos, éramos despiadados con el club y, muy especialmente, con el presidente de turno y sus directivos. Sí, no les voy a engañar.

Muchos periodistas han tenido siempre la impresión de que si criticas, si atacas, si eres despiadado, si no tienes compasión, serás considerado mejor informador que si elogias, si reconoces los éxitos conquistados y las cosas bien hechas. Y, bajo esa teoría, me temo que hemos sido muy injustos con mucha gente que se ha dejado el alma por el club e, incluso, algunos de los ceros de su cuenta corriente, sí, sí, así de claro. Porque querían lucirse, vale, pero se los han dejado.

MIllones de cosas malas

Y en el Barça, como en cualquier otro club del mundo, han ocurrido millones de cosas malas, horribles, escandalosas, vergonzosas, injustificables, pero también millones, sí, sí, millones dada la inmensidad de un club con más de 100 años de historia y un montón de secciones profesionales (¡que nadie olvide la grandeza del ‘més que un club’!) de actuaciones prodigiosas, fantásticas, elogiables y admirables. ¿Cómo en cualquier otro ‘grande’? Probablemente sí, vale, como en cualquier otro grande, pero es que yo siempre he tenido la sensación, lo siento, de que al Barça, a lo largo de esos más de 100 años de historia, se le ha maltratado mucho más que elogiado, sí, cosa que no ha ocurrido con esos otros ‘grandes’.

Y llegado a este punto es donde quiero decir, escribir y destacar, algo que nadie, nadie, ni siquiera –¡por supuesto!– ese lujoso Real Madrid, que acaba de emborronar su pretendida limpieza como entidad al robarle a la selección española su entrenador, sería capaz de hacer en caso de que le ocurriese. Y es atacar a fondo, de lleno, con valentía, astucia y enorme justicia, esfuerzo y riesgo el fraude de la reventa de entradas.Creo que hay que ser muy valiente y muy integro, sí, sí, muy integro, para afrontar un problema de ese tamaño que, probablemente, se venía arrastrando (lo ignoro, no lo sé a ciencia cierta, pero lo sospecho, lo intuyo) desde hace muchos años y, seguro, con varias directivas. Lo que el Barça hizo en las semanas previas al último clásico a nivel de investigación, preparación de sus empleados, actuación y, finalmente, inicio de resolución es realmente admirable, modélico y digno de destacar. Precisamente por eso, porque nadie lo hace y porque era la única manera de cortar por lo sano.

El club acaba de anunciar que va a echar a 33 socios y sancionar a otros 2.789 por haber puesto a disposición de terceros sus abonos para elaborar y vender entradas falsas para el clásico del Barcelona contra el Real Madrid del pasado 6 de mayo. Los socios expulsados son reincidentes, según explicó, el jueves pasado, el portavoz de la entidad, Josep Vives.

Minucioso proceso

Punto importantísimo y que demuestra la perfección, la habilidad, el excelente y minucioso proceso y método empleado por el Barça: no se va a sancionar igual a todos los socios detectados como falsificadores, porque no todas las falsificaciones son del mismo nivel. De ahí que a 1.673 socios se les aplicará una sanción de un año y medio; a 481, de un año y dos meses; a 511, de diez meses y a 124, de medio año.

Ese baremo también depende de si han colaborado con la investigación interna del club, si han facilitado datos de las empresas a las que cedieron sus abonos y si han indemnizado a la entidad por el perjuicio ocasionado. En solo una jornada, el Barça calcula que perdió aproximadamente 1,5 millones de euros por los asientos libres que no pudo poner a la venta, una práctica que se lleva a cabo cuando un abonado avisa de que no asistirá a un partido. Para mí, esta investigación es de las cosas grandes, inmensas, que ha hecho el Barça a lo largo de sus 119 años de vida. Por eso lo escribo.