El Barça mantiene su influencia vital en La Roja

Los números no mienten: el Barça colocó en Wembley solamente un jugador titular, que contrasta con los siete u ocho titulares con los que se conquistó la Eurocopa de Polonia y Ucrania, y el Mundial de Sudáfrica. Cierto es que este llanero solitario (Busquets) que jugó en Wembley debería ser alguno más: Piqué jugaría de no haberse retirado, Jordi Alba sería indiscutible con otro entrenador y Sergi Roberto puede fácilmente terminar siendo titular. En cualquier caso, sería de necios engañarse: la presencia de jugadores en La Roja ha disminuido. Sin embargo, la paradoja es que, a pesar de menguar su aportación de futbolistas, la sombra del Barça sigue condicionando el destino de la selección. Y es que La Roja que deslumbró en Wembley tras el fiasco del Mundial recuerda mucho al Barça dinámico de Luis Enrique tras el fiasco del Tata Martino. En los dos casos, Lucho coge las riendas de dos equipos deprimidos y encallados. En el Barça terminó con un triplete, en La Roja ya puede decirse que empezó con buen pie y aplicando la misma receta: verticalizar el tradicional juego blaugrana. Esta vez, la fórmula precisa más imaginación porque debe conducirse al éxito con menos jugadores blaugrana que nunca. El plan del seleccionador en esta nueva etapa es el que ha usado siempre, pasar de los que no sintonizan con él (Jordi Alba), pero infundir confianza y autoestima a futbolistas como De Gea, que atravesaba por muchas dudas, o como Saúl, que pasó de ser irrelevante en Rusia a emerger como un gigante en el amistoso contra Inglaterra. En cualquier caso, la elección de Luis Enrique no supone ninguna ruptura con el modelo anterior, sino su evolución natural. Es decir, aplicar la misma medicina a la misma enfermedad que ya se encontró en el club blaugrana. Que nadie se lleve a engaño. Puede que el Barça aporte ahora menos jugadores, pero mantiene su influencia vital sobre La Roja.