Barça y Madrid se solidarizan en su mediocridad

Los futbolistas del Real Madrid fueron la viva imagen de la impotencia

Los futbolistas del Real Madrid fueron la viva imagen de la impotencia / EFE

Ernest Folch

Ernest Folch

El guionista perverso del fútbol perpetró su primera noche diabólica, y decidió que por una vez Barça y Madrid no fueran dos vasos comunicantes sino sencillamente solidarios en su mediocridad. El espectáculo dantesco del Barça en Butarque fue igualado, en un gesto solidario sin precedentes, por un Madrid que sucumbió en Sevilla dos horas después de la tragedia blaugrana, también sin grandeza, también sin excusas.

Cuando los culés se iban a dormir en estado de ‘shock’ recibieron una inesperada bomba de oxígeno de su eterno rival. Pero los blaugranas harían bien en no engañarse en este vaivén de emociones. Porque el Barça se estrelló contra si mismo en el peor partido de la era Valverde, un entrenador que sale mal parado de una derrota tan inesperada como difícil de digerir.

Y es que el titular del partido es que el líder perdió contra el colista, una noticia con tintes surrealistas y sin justificación posible. El desarrollo del partido hizo la debacle todavía más increíble: el Leganés le remontó al equipo blaugrana el gol inicial de Coutinho tras una gran jugada de Messi, y después de un disparo suyo a la cruceta, empezó la caída libre de un equipo al que se le fundieron los plomos como nunca le había sucedido con Valverde en el banquillo en el campeonato de Liga.

El pasado año se hicieron muchas consideraciones sobre el juego, pero hubo unanimidad sobre la fiabilidad que ofrecía el equipo de Valverde. Han bastado seis jornadas para que se derrumbara la solidez con la que el técnico blaugrana edificó el doblete: llevan encajados 7 goles en 6 jornadas, la misma cantidad que se encajó el pasado año en 18 partidos.

Del desastre de Butarque sale retratada la defensa en pleno, empezando por un Piqué que cometió el que es seguramente el error más infantil de su carrera y que ejemplifica su dudoso estado de ánimo. Pero Piqué fue simplemente una pieza más del desastre en el que también sobresalieron Umtiti, que ha vuelto desconocido del Mundial y un Vermaelen extraviado, que sufrió la decisión incomprensible del entrenador de alinearlo de lateral, una posición antinatural que todavía recalcó más sus deficiencias.

Sin duda, Valverde tiene su parte de responsabilidad en lo sucedido. Una vez más rotó sin éxito, una vez más tuvo que recular, una vez más mostró falta de ambición y una vez más sus cambios fueron inoperantes: se limitó a cambiar jugadores de la misma posición y no se atisbó ninguna capacidad de reacción. Ojo, porque es el primer aviso serio de que hay algo que no funciona.