El Barça y la Europa League

Campeón Europa League: El Barcelona tiene la presión del favorito

Campeón Europa League: El Barcelona tiene la presión del favorito / SPORT

Rubén Uría

Rubén Uría

Ni trampa, ni cartón. Cuando has ganado cinco veces la Champions, ver la fase decisiva por televisión es un absoluto bajón. Asumido y procesado el amargo trago de una eliminación tan dolorosa como prematura, Xavi Hernández no quiso vender humo: “Nuestra realidad es la Europa League”. Sin anestesia y con naturalidad, porque nadie vive del ayer y en el fútbol, el único deporte que presume de no tener memoria, lo que cuenta es el hoy.

Tras el KO en Champions, se hizo mofa, befa y escarnio de los azulgrana. Hacía 20 temporadas que el Barcelona no quedaba fuera en fase de grupos. Hay quien sostiene que jugar la Europa League es una vergüenza, un fracaso y un desprestigio que no se puede tolerar a un club de la dimensión mastodóntica del Barça.

Con afán de echar más sal a la herida, los que salivan con cada tropiezo blaugrana sacaron la artillería pesada: que si la Europa League es un torneo menor, que si sólo la juegan los fracasados, que si esa competición no le interesa a nadie y que si la abuela fuma. ¿Es un fracaso para el Barça no estar en los cruces de Champions? Por supuesto. ¿Es lógico que en el Bernabéu se celebre que el Barça no esté en las rondas finales de la Copa de Europa? Claro. Al revés habría sido igual. Así es la rivalidad. Y la risa, que en fútbol va por barrios.

Sin embargo, hay maneras de vivir. De enfrentarse a una realidad incómoda. Los hay que prefieren ahogarse en la crisis y los hay que entienden que, de cada crisis, nace una oportunidad.

Conviene mirar al Sevilla. Cada vez que no le ha alcanzado para tutear a los gigantes europeos, se ha bañado en gloria, plata y palmarés, convirtiendo la Europa League en su jardín particular. Pregunten en Nervión si coleccionar títulos es un buen refugio. Pregunten por Europa qué pedigrí tiene el Sevilla, porque mientras otros reniegan de esa competición, su afición ha festejado una, dos, tres, cuatro, cinco y hasta seis veces.

O pregunten al Atleti, que cuando se pegó un tiro en el pie y desató las mofas del vecino, lejos de compadecerse, se arremangó para ir superando eliminatorias, hasta teñir Lyon de rojiblanco. El pueblo colchonero tomó Neptuno y la fiesta duró hasta entrada la madrugada. Se transformó un fracaso en un éxito.

Si usted, querido lector, ha llegado hasta aquí, pensará que el Barça no es el Atleti, ni el Sevilla. Que su exigencia y tamaño es mucho mayor. Cierto. También lo es que después de toda crisis nace la oportunidad. El reto. El desafío. Porque el fútbol, que es el mejor relato de la vida, siempre ofrece revancha. Y guste más o menos, para un club como el Barça, sólo hay algo peor que jugar la Europa League. No ganarla. Y que nadie se engañe: ser campeón no es fácil.