El Barça estuvo mal, pero el árbitro estuvo peor

Lewandowski, ante el Inter

Lewandowski, ante el Inter / Valentí Enrich

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

El nuevo Barça es un proyecto en construcción. Y como todos los proyectos, está inacabado. Se va modelando partido a partido. Cogiendo experiencia y, por supuesto, aprendiendo de los errores. Xavi lidera este nuevo Barça con un modelo futbolístico que nace de una mezcla de influencias pero que tiene un denominador común: el dominio y el control. Xavi quiere que su Barça sea protagonista, que tenga la posesión y que juegue en campo contrario. Xavi quiere que su Barça sea ofensivo y valiente. En todas las circunstancias. Adaptándose al rival para ser siempre mejor y tener más oportunidades de ganar. Ese fue su planteamiento para el decisivo duelo de Champions ante el Inter.

Xavi era consciente de la trascendencia de los tres puntos y, también, de la importancia de enviar a Europa el mensaje de que el Barça está de vuelta. Lo intentó en Múnich. Pero faltó eficacia en el remate y se acabó pagando con una injusta derrota ante un Bayern que apenas fue superior durante diez minutos. No podía pasar lo mismo en San Siro. Porque un nuevo revés podría poner en grave peligro la clasificación para los octavos de final. Y eso resultaba inaceptable después de los últimos fracasos continentales, especialmente el de la pasada temporada, cuando no se pudo ni siquiera superar la fase de grupos. Había que lograr la victoria para demostrar que este nuevo proyecto tiene presente y, sobre todo, futuro. 

El Barça salió al ataque. Con sus mejores armas. Pero se estrelló ante la gran defensa italiana. Dominó, sí. Aunque apenas generó peligro en la primera mitad. Dembélé lo intentó todo y no le salió nada. Pero al menos lo intentó. Porque Raphinha pasó inadvertido. Y Lewandowski no recibió un balón en coindiciones. Para acabar de complicar las cosas, el Inter marcó en el tiempo de descuento, dejando muy tocados a los blaugranas, a los que les costó mucho reaccionar. Demasiado. Dembélé siguió insistiendo en la segunda parte y de sus botas llegaron las mejores ocasiones, pero un gol anulado a Pedri por manos de Ansu y un claro penalti no señalado evitaron que el Barça lograra al menos un merecido empate. El Barça no estuvo bien, pero el árbitro estuvo peor. De ahí la sensación de injusticia que le quedó a Xavi al final del encuentro. Su equipo no jugó bien, pero la derrota fue un castigo demasiado duro.

La Champions se complica después de dos derrotas consecutivas y ahora el partido del próximo miércoles en el Camp Nou ante el Inter será una final. Solo valdrá ganar pasa seguir vivos.