El Barça se desmorona de forma incomprensible

Barça y Madrid, cara a cara

Barça y Madrid, cara a cara / Real Madrid

Nacho Solozabal

Nacho Solozabal

Aún no me lo creo. Pocas veces el Barça tendrá tan a su alcance un título. Los blaugranas llevaron la iniciativa durante casi todo el encuentro, pero desaparecieron de la pista a la hora de la verdad. Durante más de 30’ los de Jasikevicius supieron defender con eficacia, controlar el rebote y jugar con paciencia y eficacia en ataque. Todos los intentos blancos sucumbieron ante la seriedad con la que el Barça se movía en la pista.

Las diferencias en el marcador se ampliaban ataque tras ataque y la sensación de superioridad del Barça era palpable. Pero la dinámica se empezó a torcer en el tramo final el tercer cuarto. El cambio de un excelente Calathes por Jokubaitis desestabilizó el escenario. Muy nervioso el base lituano vio como Llull y Alocén le comían terreno y el Barça empezó a transitar en un sinfín de despropósitos y errores incomprensibles.

Para hurgar un poco más en la herida que no cesaba de sangrar, el omnipresente Poirier se erigió en una especie de hércules imparable para los de Saras. El Madrid, de la mano de Llull, se dedicó a defender con intensidad y acelerar el juego. Logró anotar en contrataques fáciles ante la pasividad defensiva del Barça. En estos momentos tan delicados nadie salió a erigirse como salvador blaugrana. Todo lo contrario. Nervios, miedo escénico y poco orgullo colectivo ante el gran rival. Para olvidar.

Rematar cuando se puede

El Barça es evidente que no tuvo el instinto “asesino” imprescindible para acabar de romper el encuentro. Y este déficit es preocupante. Ante un Madrid mermado por las lesiones y con una ventaja de escándalo en el marcador falló absolutamente todo. Jugadores como Calathes, Mirotic, Davies o Higgins que habían estado muy entonados hasta el fatídico último cuarto, se borraron del partido. En general, no se salvó nadie.

Los triples liberados de Kuric o Higgins no entraban, Mirotic no asumió ningún riesgo, Calathes se dejó “robar” el control del juego y Saras no supo tocar la tecla o la rotación precisa para cambiar un escenario fatídico. Mientras tanto el Madrid se multiplicaba en defensa, aunque le pitaran pocas faltas, y mostró mucha más ambición que los blaugranas.

En una semana, el Barça ha perdido las finales de la Lliga Catalana y la Supercopa. Sin duda, la temporada no ha hecho más que empezar, pero los de Saras ya han aprendido, por desgracia, que sin jugar al límite durante todo el partido no hay nada que hacer. Esta derrota es de las que hacen daño. Dar aire al gran rival en la ACB y uno de los aspirantes a la Euroliga, en un momento delicado para ellos, es un regalo sin sentido.