En el Barça las cosas no pasan por casualidad

La afición del Eintracht de Frankfurt invadió el Camp Nou el pasado 14 de abril

La afición del Eintracht de Frankfurt invadió el Camp Nou el pasado 14 de abril / AFP

Toni Frieros

Toni Frieros

Digerida ya la última comparecencia de Joan Laporta para afrontar la crisis de la reventa de las entradas, llegamos a la conclusión de que todavía hay algunas preguntas sin respuestas. Dando por buenas todas sus explicaciones, sigue sin saberse cómo consiguieron los seguidores alemanes más de 10.000 entradas de las 35.000. Pero bueno, no insistamos más. 

A título personal me sorprendieron dos apuntes de lo que dijo el presidente: la fugaz y casi imperceptible referencia a la “herencia recibida”, como si echándole siempre las culpas a los demás se puedan tapar y justificar algunas carencias, y el anuncio de la creación de un equipo de trabajo que indague en lo que ocurrió con la finalidad de impedir que en un futuro se vuelva a vivir semejante vergüenza.

Nada que objetar a ese sano propósito, pero ha de saberse que ese ‘task force’ y esa preocupación ya existía. Y seguramente no estaríamos hablando de todo esto si los actuales responsables del club no hubieran decidido desmantelar el funcionamiento del Área Social del FC Barcelona, que pasó de ser un pilar básico e imprescindible del club a convertirse en tan solo la Oficina de Atención al Barcelonista, que está muy bien, sí, pero no es lo mismo.  

El profundo conocimiento que tenía Pere Jansà del tejido social del club, sus vínculos con Mossos, Secretaría de l’Esport de la Generalitat, el propio Govern, otros clubs, le permitió al FC Barcelona ser un experto en prevención. Muchas, muchas veces aficiones rivales intentaron ‘asaltar’ el Camp Nou, comprar entradas en el mercado negro, pero el club tenía ya establecidos unos cortafuegos que lo impedía. No en su totalidad, es cierto, pero sí en un altísimo porcentaje. ¿Un ejemplo? Un ejército de empleados del club recorría todo el perímetro del Camp Nou en días de partido para detectar cualquier indicio de reventa. También en los tornos de acceso al campo.

El tema de los abonados y socios siempre fue responsabilidad del Área Social, que era quien reportaba a la Junta Directiva. Hoy, esa responsabilidad recae en el Área Comercial, de ahí que en la comparecencia de Laporta estuviera el vicepresidente de márketing. ¿Ustedes vieron/han visto al vicepresidente del área social, Antonio Escudero? ¿No? Yo tampoco... Todo ello, sumado a los cambios producidos en las áreas de ticketing, tecnología y otros departamentos, por donde han llegado a desfilar hasta dos responsables diferentes en solo doce meses (defenestrados los cargos de confianza de Bartomeu y Reverter), explica un poco el caos vivido la semana pasada.

Si a Joan Laporta hay que reconocerle la valentía y determinación, incluso poniendo en riesgo su integridad física, de expulsar a los violentos del Camp Nou cuando llegó a la presidencia en 2003, a la directiva anterior, con Josep Maria Bartomeu al frente, y junto a Jordi Cardoner y Xavier de les Moras, hay que aplaudirle todos los esfuerzos económicos y humanos y los mecanismos que introdujo para erradicar la lacra de la reventa. Desde 2015 hasta 2020, el club destinó muchos recursos a investigar, perseguir y eliminar la reventa por parte de los socios del club e impedir que las mafias hicieran su agosto. Tardaron, pero lo consiguieron.

Basten algunos datos. En julio de 2018, el club abrió expediente a 2.822 socios implicados en el fraude de falsificación y reventa de entradas con ocasión de un Barça-Madrid (33 fueron expulsados por la gravedad de los casos) y anunció que continuaría “trabajando firmemente con el objetivo de acabar con cualquier conducta fraudulenta que pueda afectar la vida del club”. Lo demostró en abril de 2019, justo hace dos años, al expedientar a otros 747 socios y rescindiendo los contratos con tres tour-operadores. Hechos.