Cuando el dibujo sí que importa

Ronald Koeman, satisfecho por una nueva victoria

Ronald Koeman, satisfecho por una nueva victoria

Xavi Torres

Xavi Torres

No es fácil ganar tres partidos consecutivos fuera de casa aunque los rivales sean Huesca, Athletic y Granada. El Barcelona lo ha conseguido manteniendo, eso sí, la montaña rusa de juego de esta temporada. Estuvo regular ante el conjunto aragonés, mejoró a ratos ante el vasco y estuvo muy expeditivo contra el andaluz. Sin embargo, los puntos suelen ayudar a ganar la confianza y la regularidad necesarias para acercar al equipo al éxito.

Koeman llegó al club y se encontró a Messi tratando de irse y a un equipo-frankenstein con mucho de algunas cosas y pocas, de otras. Intentó adaptar esa plantilla a su dibujo preferido, el 1-4-2-3-1, corrigiendo impresiones iniciales -como por ejemplo, con Pedri, a quien quería ceder- o ratificando otras -la situación de Riqui o Aleñá-. Y se lanzó a su suerte con todas las vacas sagradas -Messi, Piqué, Sergio, Alba, Roberto, Lenglet, De Jong, Griezmann y Coutinho (Ter Stegen estaba lesionado)- y un niño prodigio -Fati-. Y se la pegó.

Leo estaba sin estar, el sistema no hacía lucir las virtudes de cada cual y las lesiones debilitaron el conjunto. El peor inicio de Liga de la historia. Bloqueo general. Suele pasar que para alcanzar los objetivos lo mejor es no complicarse la vida. Y a Koeman le ha costado pero ha cedido ante la evidencia: hay demasiados jugadores en este Barcelona con una educación futbolística determinada que aconseja regresar al 1-4-3-3 y ponerse al servicio de lo que ha funcionado de maravilla en este club en los últimos tiempos.

Lo primero, por supuesto, llenar el centro del campo con el orden establecido habitual, con un medio centro único, Sergio, y dos interiores, De Jong, para correr de área a área (en su mejor versión desde que llegó), y Pedri, más posicional e incrustado entre defensas y medios contrarios para estar cerca de Messi (su relación es la mejor noticia de la temporada).

Ellos tres, más Dest y Alba abiertos para atacar, y Messi, de falso ‘9’, para crear y finalizar por sorpresa. En ataque, Griezmann y Dembélé, móviles y al servicio del ‘10’. Y en defensa, cuatro, con Mingueza y Araujo, peores que muchos pero con más rendimiento por acumulación de experiencia en el método. Lo de huir del hábitat de Messi (mientras esté en Barcelona), la defensa de cinco, el doble pivote, Braithwaite fijando centrales o jugar con cinco delanteros, con todos los respetos, debería eliminarse del club por los siglos de los siglos. El dibujo sí importa. Y mucho. Y el balón azulgrana lo recuerda cada día: huir del método es alejarse del éxito...