El Barça se apunta a la épica del Palau

Oriola celebrando el triunfo ante el Madrid en el tercer partido

Oriola celebrando el triunfo ante el Madrid en el tercer partido / JAVI FERRÁNDIZ

Nacho Solozabal

Nacho Solozabal

Como decía el bueno de Manel Comas, el Barça aplicó ante el Madrid “la táctica del conejo”. Ir siempre a remolque hasta el último suspiro, y dar entonces el golpe definitivo.

Fue un partido algo extraño en donde el Barça dio la sensación durante muchos minutos que quería, pero no podía. De hecho, los blancos fueron por delante en el marcador casi siempre, dando muestras de buscar finiquitar la final. Pero no pudieron, o no supieron, cerrar el duelo y ello les pasó factura. La mejor virtud blaugrana es que nunca bajaron los brazos, ni en los peores minutos del duelo, ni cuando alguna decisión arbitral sacaba de sus casillas a todos los blaugranas.

El Madrid jugó un buen partido, controlando el ritmo y serio y efectivo en los triples, con actuaciones estelares de Campazzo, Carroll, Rudy o Thompkins. La respuesta de los hombres de Pesic fue igual de solvente. Heurtel, pese a jugar “tocado”, estuvo como siempre, y piezas como Hanga, Singleton y Kuric aparecieron cuando fue necesario.

SIN TIEMPO PARA DESCANSAR

Una locura de serie final. Es un exceso jugar cada dos días. Sin ir más lejos, el Barça en este primer duelo del Palau hizo una rotación de tan sólo ocho jugadores. Y Smits que jugó siete minutos. El desgaste que ello implica es brutal. Supongo que el técnico culé buscó asegurar la victoria, pero veremos cómo están mañana los jugadores. En especial un Heurtel que participó físicamente mermado, todo y el gran partido que redondeó.

Por el contrario, Pablo Laso repartió más los minutos, sabedor que tiene un margen más amplio de derrotas que su rival. Sorprendió, aunque no sea novedoso, que el técnico blaugrana jugara los últimos minutos sin un base. Una apuesta que le salió bien, pero que transmite mucha incertidumbre. Los antecedentes dicen que no se puede remontar un 2-0. Pero el Barça está claro que se ha apuntado a la épica y al apoyo incondicional de un Palau desbocado. Esta final está muy viva.

LA CLAVE: El espíritu colectivo, inasequible al desaliento, que mostró el Barça acabó por desbordar a un Madrid que ya se veía campeón.

CANASTA DE TRES: El ambiente del Palau fue asfixiante, tanto por el calor que hacía como por la conexión que se produjo entre jugadores y aficionados. No es fácil para ningún rival ganar en un escenario así. El Madrid puede dar fe de ello, tras perder un partido que parecía tener controlado.

ABAJO: El Barça está obligado a marcar el ritmo en el próximo partido. No siempre saldrá victorioso en una cara o cruz, ya que el Madrid buscará, otra vez, jugar con los nervios de los blaugrana. A buen seguro que veremos un equipo blanco muy duro defensivamente, y esperemos que los árbitros marquen desde el inicio el nivel de las faltas.