El balón, por suerte, no se cansa

Ansu Fati, en una acción del Borussia-Barça entre Witsel y Delaney

Ansu Fati, en una acción del Borussia-Barça entre Witsel y Delaney / Valentí Enrich

Gerard López

Gerard López

La derrota en Granada, que llegó después de las malas sensaciones que dejó el partido en Dortmund, obligan a hacer una reflexión interna. El objetivo es encontrar respuestas a las preguntas imprescindibles que deben formularse tras estos dos partidos. Una de las cuestiones, sin duda, es buscar  una explicación a las prestaciones tan distintas que ofrece el equipo cuando juega en casa respecto a cuando lo hace a domicilio. Pero, incluso más importante que el análisis, están los hechos y, afortunadamente, el fútbol y su exigente calendario, a veces, supone un balón de oxígeno al que agarrarse cuando asaltan las dudas.

El balón nunca se cansa, no deja de rodar y se convierte en la tabla de salvación a la que agarrarse para cambiarlo todo. Lo mejor que le puede pasar a un futbolista tras encajar un golpe tan doloroso como el del Nuevo Los Cármenes es volver a competir. El Barça recibe en el Camp Nou al Villarreal tres días después de caer en Granada y esa es la mejor noticia para el grupo de Valverde. Es sobre el césped elmejor escenario para reivindicarse. Jugar un buen partido, ganar con solvencia y hablar de forma contundente sobre el césped es la mejor forma de romper esta dinámica, de cambiar las sensaciones. Esa es la gran fuerza que tienen los jugadores, casi la única en el fondo, para transformar el pesimismo en optimismo, para dar la vuelta al calcetín. Dentro del campo es donde se cuece todo. 

Además, el Barça cuenta ante el Villarreal con un elemento que lo cambia todo por sí solo: Leo Messi. El capitán jugó en Dortmund treinta minutos y media parte en Granada, una entrada gradual al grupo pactada, con toda seguridad, junto a Valverde. Ya le toca jugar de inicio tras dejar atrás un mes de recuperación. Las sensaciones que ha dejado en los dos partidos son buenas y su sola presencia supone una gran ventaja en muchos aspectos para el Barça. No se trata solo de lo que aporta a nivel deportivo, a nivel futbolístico, sino también de lo que supone para los compañeros mentalmente, que vuelven a contar con un referente inequívoco sobre el terreno de juego. También es un factor excitante para la afición del Camp Nou, además de una dificultad añadida enorme para el rival.

Esa es la lectura optimista de la situación, pero es obvio que no solo se trata de jugar, también hay que encontrar estabilidad en el centro del campo para competir en las mejores condiciones posibles. La defensa es siempre más o menos la misma y, recuperados los lesionados en ataque, hay que buscar esa continuidad necesaria para que hombres como De Jong y Busquets cojan esos automatismos imprescindibles para ofrecer su mejor rendimiento. Los dos deben ser la base de la línea medular y la tercera pieza ya se verá. Encontrar un once tipo es la mejor forma de convertirse en un conjunto estable y, a partir de ahí, el siguiente paso es dar minutos en base al rendimiento. 

A estas alturas de la temporada, cuando aún no se ha acabado el mes de septiembre, veo innecesarias las rotaciones porque los futbolistas aún no han sufrido mucho desgaste y los minutos deben repartirse basándose en la meritocracia. Es el caso de Ansu Fati, que se ha ganado el derecho a estar por delante de algunos de sus compañeros. Todo ello ayudará a que el equipo mejore su fútbol y los resultados. También fuera de  casa, donde el rendimiento baja muchísimo. Da la sensación de que los rivales han perdido un poco el respeto al Barça, de que todos se ven capaces de ganar llevados en volandas por su gente, que acaba apretando y condicionando mucho más los arbitrajes. Lo hemos visto en Pamplona y en Granada, por ejemplo. Toca hablar en el campo. Como siempre.