La autocrítica es buen síntoma

Gerard Piqué (derecha) al final del Slavia Praga - Barça de la Champions 2019/20

Gerard Piqué (derecha) al final del Slavia Praga - Barça de la Champions 2019/20 / EFE

Gerard López

Gerard López

Las palabras de Ter Stegen son significativas del sentir del vestuario después del juego efectuado contra el Slavia. Hizo autocrítica y fue la única voz autorizada para hablar lo que queda claro que hubo rapapolvo entre ellos en el vestuario.

El equipo es consciente de que en Europa está teniendo muchos problemas aunque los resultados, de momento, son buenos. Lleva siete puntos pero bien podría llevar cero o uno porque Ter Stegen salvó al equipo en Dortmund y en Praga y el Inter dominó como quiso en el Camp Nou en la primera parte.

Los resultados no tapan la realidad: el Barça no manda en la Champions. Así se entiende que el equipo saliera cabreado consigo mismo del estadio del Slavia, que Messi o Suárez abandonaran el terreno de juego sin despedirse de la afición que se desplazó.  El vestuario es consciente de que no está bien y que hay mucho que mejorar. Este reconocimiento de los errores es lo mejor que le puede pasar porque supone dos cosas: hay tiempo para enderezar el rumbo y hay voluntad de hacerlo. 

Un tema físico

Elucubrar sobre las razones de este déficit es fácil. Hay, evidentemente, un tema físico. En Europa, los rivales imprimen un ritmo muy alto de juego, la presión es alta, son partidos de ida y vuelta y el Barça se encuentra sin el control del balón para colocarse adecuadamente sobre el terreno de juego. En este vaivén, el físico acaba siendo decisivo y el Barça tiene problemas porque no es un equipo fuerte y porque la edad también hace mella en los jugadores. La media de la plantilla ha subido y sufre para aguantar el ritmo en partidos de estas características.

Empieza a tener un largo historial de experiencias amargas fuera de las fronteras y todas arrancan en el mismo punto. La Roma presionó arriba hasta derrumbar el Barça, el Liverpool también, el Borussia también lo buscó y el Slavia hizo lo mismo.  Me gustaría ver un Barça-Ajax porque creo que volvería a ocurrir dadas las características de los holandeses. Hay un denominador común en los problemas que tiene el Barça.

Para hacerle frente, no queda otra solución que  subir las revoluciones del equipo. El Barça no está hecho para según qué tipo de juegos. Hay que tener más consistencia, tanto a nivel ofensivo como defensivo. No puede ser que Ter Stegen siempre sea el salvador y que los rivales lleguen con tanta facilidad a su área.

Presionar arriba

Si Valverde manda presionar arriba de la defensa rival, la recompensa es alta porque una recuperación es medio gol pero el desgaste físico es alto. Si el Barça no está capacitado para tanto despliegue, solo le queda replegarse y cerrarse en campo propio y evitar que los partidos sean de ida y vuelta.

En la Liga, el equipo también ha tenido experiencias similares, como contra Osasuna, Athletic o Granada. La única referencia válida que puede servir como ejemplo es contra el Eibar. Allí tuvo la pelota, leyó bien el partido y supo cuándo correr. El problema es que fue contra un rival al que debes ganar en 9 ocasiones de cada diez.

La Liga no será un paseo militar para el Barça porque equipos como el Madrid, Sevilla y Atlético van a plantar cara. El Granada está líder y es un equipo que ganó al Barça.

El Barça debe mirarse en el espejo para ver sus virtudes y sus defectos para luego actuar en consecuencia con la idea de minimizar los problemas y ensalzar sus mejores armas. La experiencia debe servirle para actuar. Lo mejor es que hay voluntad de mirarse al espejo. Ter Stegen lo dejó claro y el equipo ha tenido tiempo desde entonces para hacerlo.