Atrapados en Messi, incluso Messi

La Juve también quiere a Messi en sus filas

La Juve también quiere a Messi en sus filas / AFP

Albert Sáez

Albert Sáez

Aficionados, directiva, técnicos y jugadores, todos llevamos quince días pendientes de Messi. Se lo ha ganado en 20 años de compromiso con el Barça, desde las categorías inferiores hasta los grandes momentos de la historia reciente del club, especialmente los episodios gloriosos de los dos tripletes. Seducidos por su juego en el campo, por su hambre de victorias y de títulos y por su porte humilde, hemos quedado atrapados en Messi. Ni vemos el momento de que se vaya ni sabemos cómo conseguir que se quede. Bartomeu y la junta directiva aseguran que se han rendido a sus pies en los últimos años, quizás excesivamente, hasta acentuar y consentir sus momentos divinos. También la afición ha sido generosa y ha valorado mucho más aquel eslalom en Getafe, los goles de falta en momentos decisivos o los recitales en el Bernabeu que las ausencias en Roma o Liverpool, los coqueteos con el Tata Martino y su impotencia en Lisboa en ese humillante 2 a 8 que nos ha dejado en el estado catatónico en el que aún seguimos quince días después sin que la directiva haya sido capaz ni de hacer un fichaje que le anime.

Lo fácil es buscar un culpable. Barto o Messi, Ronaldinho o Laporta, Núñez o CruyffLa historia trágicamente se repite y en el caso de Messi multiplicada por el 10 que luce en su camiseta. Si las estrellas que nos dieron uno o dos títulos nos atraparon hasta el final, la que nos ha llevado a lo más alto del fútbol global, lo hace mucho más. La grandeza ha sido superlativa y la miseria corre el riesgo de emularla. Más aún porque hasta el propio Messi corre el riesgo de quedar atrapado en sí mismo. Se ha pasado media vida diciendo que no jugará en otro club, y aún confiamos que pueda ser así. Reclama desde hace tres años un proyecto ganador -y la directiva de Bartomeu ha sido incapaz de dárselo-, pero le cuesta separarse de sus amigos en el campo y fuera de él. Quiere negociar, pero envía un burofax. El dios Messi ha sacado toda su humanidad en el momento de la despedida. Esperemos que recapacite y vuelva a ser dios.