El arte de sacar pecho

Valverde ganaba, pero no gustaba

Quique Setién, hoy en el Camp Nou

Quique Setién, hoy en el Camp Nou / Javier Ferrandiz

Rubén Uría

Rubén Uría

Promesas y liderato. Valverde ganaba, pero no gustaba. Quizá por eso Setién prometió algo que por ahora no cumple: que su equipo jugaría bien. Ante la Real, el Barça sobrevivió a sí mismo. Lo hizo con un gol de Messi de penalti después de que el VAR alertase al árbitro de una mano de Le Normand a diez minutos del final. Fútbol de latón y resultado de oro, el Barça sigue a años luz de su mejor versión, pero sigue aferrado a ganar la Liga. Si al final lo lograse, sería su noveno título en doce años. Reeditar título tendría un mérito descomunal, porque este Barça, que ha hecho lo imposible por perder el campeonato y sale a incendio por semana, vuelve a ser líder. Y tiene a Messi.

El arte de sacar pecho. Las terminales mediáticas afines al Madrid se regocijaron en el arte de sacar pecho tras el clásico y el Betis se lo hundió. Entre el recital de Fekir y la cadena de errores groseros defensivos de un Madrid horroroso, los de Zidane regalaron el liderato y amargaron el cumpleaños al presidente Florentino Pérez. Que el Barça está mal es un hecho. Que el Real Madrid no está mejor, es otro. Ha perdido cuatro de sus últimos siete partidos. Igual Piqué tenía razón cuando dijo lo que dijo en el Bernabéu. Algunos telepredicadores se frotaban las manos tras el clásico y veían el título en la vitrina, pero el tropiezo en Heliópolis se explica en base a una realidad: adelantar los éxitos antes de tiempo es la mejor manera de garantizar al fracaso.   

Al filo del abismo. Abelardo agitó la coctelera, Chen sacó la chequera en invierno, Raúl De Tomás se puso a vacunar y el “perico” pensó que la salvación era posible. Un mes después, de eso no queda nada. Las hojas del calendario avanzan y el equipo sigue en caída libre. Ante Osasuna, otra derrota: uno a cero y Cabrera, de portero. Abelardo explicó que era el peor partido que habían hecho y se culpó por el planteamiento. Están al filo del abismo.