Aprendiendo a querer a Griezmann

Griezmann se está destapando en este inicio de 2021

Griezmann se está destapando en este inicio de 2021 / AFP

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

El fichaje de Griezmann fue un matrimonio de conveniencia un punto artificial entre Barça y futbolista. Superada una primera fase de descubrimiento mútuo centrado en elegir un lado de la cama y saber qué series de Netflix compartir, tocaba, no sin cierto recelo por cómo sería la convivencia, pasar al periodo de aceptación. El “ya que estamos aquí...”. Pactar un proyecto de vida común sin que medien sentimientos requiere tiempo, paciencia y mucha empatía. También una actitud positiva y buenas intenciones, pero ni siquiera contar con todos esos elementos garantiza que la cosa salga bien. Antoine y el Barça están ahora en ese punto de la relación en la que empieza a aparecer un afecto sincero entre las dos partes que, a la larga, podría convertirse en algo más intenso.

El amor no es disfrutar de todo lo bueno del sujeto amado, sino aceptar, sin condiciones, todos sus defectos. El Barça ya sabe que Griezmann no es un driblador y que sus virtudes no pasan por generar un fútbol elaborado. También ha entendido que, como pasó en Granada, puede desaparecer durante una hora para, cuando la cosa se pone fea, agarrar el fusil y situarse en primera línea de fuego, que es donde pasan las cosas. El Barça ya tiene suficiente información del francés y ahora toca aprender a quererle. Como aquel anuncio de un perro de peluche llamado Tristón, Antoine “solo quiere un amiguito, un hogar y mucho amor”. Si el barcelonismo es capaz de ofrecerle generoso todo ello y convierte lo que un día creyó que eran defectos en un simple problema de adaptación, la historia que arrancó como un frío contrato puede acabar siendo una bonita historia de amor, que es el material con el que se construyen los sueños.