Apostar por la Superliga es una apuesta fallida

Joan Laporta, presidente del FC Barcelona

Joan Laporta, presidente del FC Barcelona / FCB

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Siempre recordaré un consejo que me dio mi padre fruto de su experiencia: No te metas en ninguna guerra que no puedas ganar. La verdad es que le hice caso y no me ha ido mal. Navegar contra corriente y enfrentarte a enemigos más poderosos desgasta mucho y no da resultados.

Hay iniciativas que se quedan por el camino por presentarse de forma precipitada, sin los apoyos necesarios y con una estrategia equivocada. Es el caso de la Superliga, un proyecto de competición que podía tener futuro pero que se ha quedado en la cuneta por la ambición de Florentino de convertirse en el salvador del fútbol.

La Superliga esta aparcada en los tribunales de justicia, más muerta que viva. La batalla legal que se avecina será larga y dura. El Juzgado Mercantil de Madrid prohibió a la UEFA y FIFA actuar contra los clubs que apoyan la nueva competición. Ceferin se apresuró a decir que no acatan la decisión de los juzgados españoles.

La patata caliente está ahora en manos del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, tiene que decidir si la UEFA incurre en posición dominante. En la sede de Nyon nadie cree que el fallo del juzgado madrileño prospere. Entienden que es una sentencia movida por los intereses e influencia de Florentino que el TJUE revocará.

Madrid, Barça y Juventus se han quedado solos frente a los grandes clubs de Europa. Son los malos de la película, los repudiados. Sufrieron la traición de los cobardes, los que optaron por el sol que mas calienta. La Asociación Europea de Clubs que ahora preside por el ínclito Al-Khelaifi, ha pactado con la UEFA un matrimonio de conveniencias, reformarán la Champions desde dentro con los fondos de inversión que ofrezcan más dinero. No quieren perder el chollo, el fútbol es un negocio.

Extraña y sorprende que Laporta se haya quedado atrapado en el bando perdedor. Un ganador como él no ha calculado bien la jugada. Una herencia de Bartomeu le ha convertido en prisionero de Florentino, un riesgo peligroso que no es garantía de nada. Si lo que quiere el presidente del Barça es conseguir más dinero para el club, no está en la mejor vía a corto y medio plazo para conseguirlo.

La UEFA sigue teniendo mucho poder, reparte el dinero de los derechos de televisión y vive de los beneficios de la Champions. El presidente Ceferin, un hombre sin escrúpulos ni ética, defiende su sueldo millonario atacando a los disidentes. La herida es grande y la distancia mayor.

Cada día que pasa es más evidente que la Superliga es una apuesta fallida ante la postura unitaria de los clubs de la Premier, Bayern, PSG y Ligas europeas con la UEFA. Todos están alineados en contra. El Barça, mal que nos pese, se ha metido en una guerra en la que no tiene armas para salir ganador.