Apostar de verdad o apostar de boquilla

El Barça celebrando un gol en el Johan Cruyff

El Barça celebrando un gol en el Johan Cruyff / FC Barcelona

Miki Soria

Miki Soria

35.000 entradas vendidas en las primeras 24 horas entre los socios. Pleno absoluto –dentro de las limitaciones del 70% impuestas por Sanidad por la pandemia- antes de alcanzar las 48 horas tras abrir las entradas al resto del público. Esa ha sido (el lleno caerá durante la mañana de este viernes) la increíble respuesta de la afición del Barça y del fútbol femenino en general –porque vendrá mucha gente de fuera a ver el espectáculo- a una demanda que existía hace mucho tiempo: que el Camp Nou abriera sus puertas al público en un partido del Barça femenino

Tras hacerlo el año pasado ante el Espanyol a puerta cerrada por las restricciones y de un año increíble de la plantilla blaugrana, campeona de (casi) todo, era de justicia que la apuesta que ha llevado a cabo el club por el femenino en los últimos años tuviera una cita especial como la que se vivirá el 30 de marzo. Las futbolistas lo merecen y la afición se lo quiere reconocer. El club se ha ganado el reconocimiento universal por su valiente apuesta –aunque otros clubes empezaran antes, pocos en Europa han alcanzado este nivel- y qué mejor manera que hacerlo que abrir el Camp Nou y llenarlo en un Clásico de Champions. Es la consecuencia de un proceso que resumía bien la periodista Aina Canales en Twitter hace unos días: una buena cobertura mediática genera más interés. Esto, provoca que haya más público, una mayor venta de camisetas y que lleguen más sponsors al fútbol femenino. La mayor inversión hace mejorar el nivel deportivo y de ahí, volvemos al inicio: aumenta la cobertura mediática y volvemos a arrancar el círculo virtuoso.  

Un proceso que, increíblemente, contrasta con lo que se verá la próxima semana en la Supercopa de España femenina organizada por la RFEF. Elección de la sede tardía, escenario con una única grada y capacidad para poco más de 1000 espectadores, y aún -a falta de cinco días para que se jueguen las semifinales- sin horarios confirmados. Difícil hacerlo peor. Difícil ponérselo más complicado a los aficionados.