Ansu Fati, el Ronaldo de 2022

Luis Enrique siempre ha confiado y sacado una sonrisa a Ansu Fati

Luis Enrique siempre ha confiado y sacado una sonrisa a Ansu Fati / EFE

Joaquim Piera

Joaquim Piera

Las grandes citas planetarias como los Mundiales y los Juegos Olímpicos son los escenarios ideales para historias de héroes caídos que alcanzan la redención, protagonizando finales felices hollywoodienses que tanto gusta al gran público.

El mito de Ronaldo (el bueno) nació 20 años atrás, en Corea del Sur y Japón, cuando protagonizó una de esos relatos únicos de superación. Jugando entre algodones, fue la gran estrella del ‘Penta’ brasileño, junto a Rivaldo, y terminó artillero del torneo con ocho tantos en siete partidos, tras un calvario de dos lesiones seguidas en la rodilla que estuvieron a punto de jubilarlo a los 25 años.

Estos días en Brasil se recordaba que a Scolari le cayeron palos por convocar al Fenómeno a quien veían como un incapacitado. Las pancartas de protesta que se colgaron en algunos estadios son, a posteriori, de vergüenza ajena del nivel de aquellos que decían que lo del coronavirus era un invento para robarle a Barcelona el Mobile World Congress.

El ambiente de desconfianza que vivió Ronaldo antes de debutar en el Mundial 2002 tiene ciertos paralelismos al que le ha tocado transitar a Ansu Fati, un futbolista diferente, con duende, que va para figura global, aquejado, sin embargo, por problemas en su rodilla izquierda desde hace dos años.

La tozudez de Felipao acabó teniendo premio. Y ahora Luis Enrique, que tan bien nada a contracorriente, funcionará como un pararrayos del aprendiz de crack blaugrana. El estilo de Lucho le va a la perfección a Ansu, para motivarlo, recuperar sensaciones y sentirse el protagonista.

Así como ocurrió con Ronaldo dos décadas atrás, el Caimán no necesita estar los 90 minutos en campo, sino que debe maximizar su talento en el eje tempo-espacio, que es aquello en el que es un especialista.

 Siendo pragmáticos, no habría nada mejor para el Barça y el barcelonismo que la Sonrisa del gol regresara de Qatar habiendo sido una de las grandes estrellas del Mundial (calidad tiene para ello), y si es con el título bajo el brazo aún mejor.

Lo de Leo Messi sería de justicia divina, pero cuando se baje el telón en Doha, desafortunadamente para todos seguirá jugando en París, como mínimo hasta el 30 de junio. Ansu afrontará el segundo tramo de la temporada, en el que la culerada exigirá títulos, vestido de blaugrana.

Nadie duda que Pedri y Gavi seguirán creciendo en la buena dirección y que son interiores para una década, así como Balde, el último a unirse a la fiesta mundialista y que ya enamora al Camp Nou. Son el futuro del Barça y la Roja. Quien necesita ahora un empujón es Ansu para encerrar los fantasmas en el armario y tirar la llave al fondo del Golfo Pérsico