Una historia de vida

Alejandro Marqués

Alejandro Marqués / sport.es

Albert Rogé

Albert Rogé

Este es uno de los textos que va mucho más allá de unas simples palabras. Nos alejamos de la típica historia del niño que triunfa. Es una historia de sacrificio, de lucha, de decisiones importantes… En definitiva, una historia de vida. 

Alejandro Marqués nació en Caracas (Venezuela) y desde pequeño sintió especial admiración por los deportes. Sus padres lo aprovecharon para enseñarle a leer. Su primer libro fue “Los 1000 mejores futbolistas de todos los tiempos”. Se los sabía todos. Además, su padre le enseñó matemáticas a través de situaciones que involucraban a equipos de futbol y jugadores. Era una manera de evadirse de la pobre situación que vive y vivía Venezuela. Su familia y el fútbol. Esa era su vida.  

A los cinco años empezó su formación futbolística en la academia Brasil Soccer School. Estuvo tres años y después pasó por todos los equipos de Caracas. Una situación de inestabilidad que disimulaba en el campo, dónde acumulaba galardones de mejor jugador y pichichi. Una de las primeras oportunidades surgió en el 2009, cuando viajó a España. Con la camiseta de la Peña Blaugrana Caracas, disputaron la Girona Cup. De la mano de Franco Rizzi, llegaron a la final ante el FC Barcelona. Alejandro marcó tres goles y se adjudicó el trofeo al máximo goleador. 

Cuando Alejandro cumplió los 12 años, él y su familia tuvieron que dejar todo atrás Decidieron salir de Venezuela en busca de una vida mejor para alejarse de la precariedad que se vivía en el país. Al llegar a Barcelona sus padres tuvieron que empezar de cero. No dominaban el idioma y homologar sus títulos académicos llevaba mucho tiempo. Por ello decidieron emprender un negocio de restauración, en el que al final toda la familia se tuvo que involucrar. Alejandro aún recuerda esas largas jornadas de sábado, cuando terminado el encuentro, tenía que ir al restaurante a lavar cientos de platos y sartenes. Su madre y su hermana se encargaban de la cocina y su padre de la barra. Trabajo en equipo. 

En el ámbito futbolístico Alejandro también ha tenido que tomar decisiones importantes. La primera, tras su primera temporada en el RCD Espanyol, decidió dar un paso atrás para dar dos adelante. Fichó por el Jàbac y Terrassa en busca de más minutos y en etapa juvenil lo reclutó el FC Barcelona. Le salió bien y ya juega en el Barça B. La segunda fue la que más le costó. Alejandro tuvo que renunciar a la llamada de Venezuela. Una decisión que no se toma de la noche a la mañana. Ni por sentir más o menos la bandera de tu país. Se toma a consciencia, sabedor de todas las reprimendas que sufriría por los que no entendieran su decisión. Pero era lógica. Tras tres meses lesionado, no se podía ausentar dos meses más para ir con la Vinotinto. Él le debe mucho a Venezuela pero también al Barça, club que le ha dado la oportunidad de triunfar en el mundo del fútbol. Él lo debe intentar con todas sus fuerzas. Por él, pero sobre todo por su familia, que no lo ha tenido nada fácil.