La alargada sombra de Anfield en Praga

Los jugadores del Barça, tras el partido contra el Slavia

Los jugadores del Barça, tras el partido contra el Slavia / JAVI FERRÁNDIZ

Javier Rodríguez Marzo

Javier Rodríguez Marzo

Por motivos personales que no vienen a cuento, he pasado unos días en la bellísima Praga. El viaje estaba planificado desde hace unos meses y resultó una agradable sorpresa que el sorteo deparase un Slavia-Barça durante nuestra estancia. 

Ilusionado por vivir la experiencia como un aficionado más, compré las entradas, pero lo que iba a ser uno de los puntos álgidos del viaje familiar, casi se convierte en una pesadilla. El golazo inicial de Messi nos hizo olvidar la pésima ubicación pese al precio de las localidades. Aislados junto a un millar de entusiastas culés en un córner, la visibilidad era más que reducida. A los lados, rejas y redes que llegaban hasta un techo del que también colgaba un molesto videomarcador...

Pese a la incomodidad manifiesta, nadie se quejaba. Incluso en los peores momentos, cuando el Eden Arena rugía incrédulo porque el juego del Barça parecía el de Anfield y el del Slavia el del Liverpool, barcelonistas llegados desde todos los rincones no paraban de animar.

sin rumbo

Y eso que todos éramos conscientes de que el equipo de Valverde se merecía encajar una goleada pese al inmenso partido de los mejores del mundo en el campo (Messi) y en la portería (Ter Stegen). El resto, un grupo sin rumbo táctico, amedrentado y en shock por las acometidas de un rival inferior al que dejó convertirse en infinitamente superior.

La guinda llegó después de lo mejor de la noche, el resultado final: a instancias de Piqué, los jugadores blaugrana, que ya se iban al vestuario, recularon y recorrieron unos metros para, desde la lejanía, alzar la mano a modo de saludo a la afición. El que más se acercó a nuestro córner fue Ter Stegen. Pero ninguno llegó hasta allí...

Eso fue casi más duro que comprobar que esta vez tampoco se ganará la Champions si siguen con tanta cobardía y anarquía. La afición, que sí supo estar a la altura en Praga, no se merece esto. Se merece mucho más respeto y cariño. Pude comprobarlo de primera mano viendo con sus ojos y sintiendo con su corazón.