Ahora sí que enganchan

La euforia de España

La euforia de España / AFP

Gerard López

Gerard López

España ha logrado cambiar el sino que le perseguía. Era acusado de un equipo que no transmitía, que la afición solo le miraba por el rabillo del ojo, que salvo Luis Enrique carecía de líderes en los que reflejarse, que era verde e inexperto, que el delantero era amenazado de muerte por no marcar goles...

Un sinfín de lacras complicadas de superar para cualquier equipo, y más en una competición tan corta en la que cada partido es un cara o cruz, en el que vives con la guillotina a centímetros del cuello. Pese a todo ello, y algunas críticas más que ha recibido, la Roja ha logrado acceder a los cuartos de final después de dos partidos enormes en las que ha marcado... ¡diez goles!, convirtiéndose en el conjunto más realizador del campeonato.

El partido de ayer contra Croacia fue un ejercicio de pasión e intensidad y una exaltación del corazón que tiene este equipo que ha logrado vivir los partidos como una familia. Cuando se meten con Morata, salen a defenderlo; cuando Unai comete un error de bulto, se abrazan a él tras remontar el partido; cuando marcan un gol decisivo, incluso Luis Enrique salta a la piña. El equipo es un bloque en mayúsculas, capaz de todo. Hoy no desearía estar en la piel de su próximo rival porque no las debe tener todas consigo por la imprevisibilidad del equipo de Luis Enrique.

Extrañan algunas decisiones del técnico como la ausencia en el once inicial de Jordi Alba o Gerard Moreno, dos de los jugadores más destacados del equipo, en la primera final del torneo, en un primer cara o cruz. Ambos poseen un talento y una experiencia que le serviría para evitar algunas situaciones complejas pero también hay que resaltar el papel de otros que hasta ahora vivían oscurecidos, como el gran espíritu del incansable Morata, el atrevimiento de Pedri, la profundidad y la sutileza de Sarabia o el saber estar de Busquets.

Cara y cruz

A España le pasó de todo contra Crocia. Dominó a placer durante los primeros veinte minutos, sin dejar salir a Crocia de su campo, solo aparándose en el talento de Modric, encerrado en su área sacándose como podía la presión de España. Los de Luis Enrique tuvieron dos ocasiones de escándalo, una de Koke y otra de Morata. Los dos se pusieron las manos a la cabeza por sus errores. Y aún fue peor cuando el pase de Pedri a Unai desde el centro del campo acabó con un gol en propia puerta por un error de bulto del meta del Athletic. En veinte minutos, España había fallado en las dos áreas y las críticas volvían a aparecer. 

Lejos de hundirse, el equipo logró empatar, ganar y sentenciar el partido. Cuando todo parecía bendecido y disfrutaba de la comodidad del marcador en el último cuarto de hora, se dejó remontar en solo seis minutos. Parecía que no fuera cierto cómo un equipo tan dominador se veía roto, tocado de muerte y contra una Croacia que había ascendido a los cielos, en una nube, de subidón, dispuesto a sentencer en la prórroga.

Y entonces, por segunda vez en un mismio partodo, el equipo de Luis Enrique volvió a renacer, dando la mejor imagen de sí mismo, marcado dos goles y sellando definitivamente su pasaporte para los cuartos. España ha logrado cambiar el destino que parecía perseguirle en este inicio de torneo y hoy se planta a cuartos de final siendo uno de los grandes favoritos al triunfo final.