¡Ahí os quedáis!
Observen bien, con detalle, la imagen de Miquel Liso, un fotógrafo estelar, artístico, original, del Mundial de rallys y F-1 que, ahora, hace algún que otro escarceo en el fútbol (dicen que tiene una foto prodigiosa de Leo Messi, que no quiere enseñar todavía).
Observen la cara de todos y cada uno de los jugadores del Barça, justo en el momento que saludan a los seguidores culés que se dieron un segundo baño de felicidad y placer, en cuatro días, en el estadio Santiago Bernabéu.
Cuando vean esas sonrisas y, sobre todo, esa felicidad, ya nada interior, todo externo, comprobarán por qué, al entrar en el vestuario visitante del templo merengue, todos, absolutamente todos ellos lanzaron gritos de complacencia y, sobre todo, a la satisfacción de una nueva victoria, a la conquista del liderato de los clásicos (242: 96 victorias para el Barça, 95 para el Real Madrid y 51 empates), añadieron, muy de ellos, de los futbolistas, lo que uno de los más grandes de ese vestuario calificó como “una bomba de relojería”.
Sí, porque el Barça o, mejor aún, la plantilla azulgrana, sus componentes, que, individualmente, no se llevan mal, con los madridistas (durante el partido se pudo comprobar la complicidad que existe, de verdad, entre Ramos y Piqué), entraron en el vestuario del Bernabéu tras el 0-1 y abandonaron Madrid con la sensación de que habían metido el miedo en el cuerpo del Real y le habían dejado temblando con vistas al partido de mañana frente al Ajax, en Champions.
No digo, no, que ese fuese su objetivo, ni mucho menos, pero Messi&Cia saben que esto es muy largo y que aunque las tres últimas visitan al Bernabéu son tres espectáculos, tres triunfos y cero goles en contra, ninguno de ellos quieren enfrentarse a los blancos en cuartos o semis de la Copa de Europa. Y, por tanto, si además de ganar 0-1, de distanciarse 12+1 puntos en la Liga, les dejan con dudas de cara a la vuelta de octavos ante el joven equipo holandés, mejor que mejor.
Por eso esa imagen de Miquel Liso desde las alturas del Bernabéu suena ¿verdad? a un duro “ahí os quedáis”, amigos. Es decir, sin Copa del Rey, sin Liga y temblando de cara a la Copa de Europa que, de nuevo, cómo no, vuelve a ser la competición talismán de un Real Madrid que, en efecto, perdidos los 50 goles de Cristiano Ronaldo se ha convertido ya en el segundo equipo de la capital de España, pues el Atlético no para, no se rinde y sigue ahí, pegadito (bueno, no tanto, no tanto) al poderoso Barça construido por Ernesto Valverde.
Insisto, mírenles las caras, comprueben su felicidad. La gesta fue tremenda. La doble gesta. Y, sí, ahí se quedaron los blancos. Y su público.
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