Y, además, pones a Riqui Puig

Riqui Puig celebrando su gol en el Gamper

Riqui Puig celebrando su gol en el Gamper

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

En mi casa se hace lo que yo obedezco”, decía el machote de casa cumpliendo todo lo que le pedían y/o sugerían. Es muy posible que Ronald Koeman desconozca que, en castellano, existe un dicho así, pero de lo que no hay duda es que el bueno, el buenísimo (y estoy hablando de la persona) de ‘Tintín’ debería empezar a pensar, lamentablemente, que Joan Laporta, Rafa Yuste, Mateu Alemany, Ramón Planes, que, cuentan, es el único que le defiende, y Jordi Cruyff siguen sin confiar demasiado en él.

Hay quien ya ha escrito y contado en tertulias que ve a Koeman incómodo, asustado, encogido, solo, aislado, indefenso. Yo jamás me he sentado con el bueno de Ronald a comer, ni he tomado siquiera un café con él (con Pep Guardiola mantenía maravillosas charlas, eso sí, a las ocho de la mañana en el vado de entrada del parking de la Ciutat Esportiva Joan Gamper) y, mucho menos, le he acompañado en una de sus habituales partidos de golf de los jueves.

Cuento eso porque si tuviese una exquisita relación con Koeman, que nunca escondería, podría dar la razón o no a los que intuyen que vive asustado, encogido. Insisto, no lo sé, lo ignoro. Bien es verdad que aquellos que defienden semejante teoría me merecen, profesionalmente, una altísima estima y valoración. Por lo tanto entre ellos y yo coincidiremos que, sí, que es posible que ‘Tintín’ viva aislado, asustado y, sobre todo, sabedor de que Laporta y su staff siguen sin quererle y aspiran ¡vaya usted a saber! a fichar a Xavi Hernández.

Repito: en mi casa se hace lo que yo obedezco. Veamos y así nos entenderemos mucho mejor. Si usted fuese el entrenador del Barça (con contrato en vigor) y su nuevo-viejo presidente, a las primeras de cambio, le dijese que no le quiere, que no le gusta, que no es su técnico ideal y que vaya pensando en hacer las maletas porque le está buscando sustituto ¿estaría seguro de sí mismo, se sentiría dueño de su destino, de su presente y futuro?

Si, después de un montón de días sin encontrarle sustituto, le dice el mismo presidente que se queda y que ya es su entrenador ideal porque han hecho (¡mentira!) una reflexión conjunta y han llegado a un acuerdo, ¿qué acuerdo, ese que dice que no hay dinero para despedirle ni sustituto que echarse a la boca? ¿Aumentaría su fe en el club, en la directiva, en los servicios técnicos, en su futuro?

Si después de todo eso (que no es poco), usted pide refuerzos y no llegan. Es más, se van dos de los mejores futbolistas del mundo, vienen otros libres, gratis y algún que otro treinteañero que ya no quiere nadie. Más, exige que le liberen de un montón de jugadores que no quiere y acaba con 30 fichas, es decir, haces un partidillo de entrenamiento 11 contra 11 y te sobran ocho, ¿creería en el proyecto, se sentiría respaldado por el presidente y sus expertos deportivos?

Perdón y, si días después, se entera que su renovación depende de que usted gane la Liga y/o la Champions porque la Copa, que ya la ha ganado, es, para el nuevo-viejo presidente, un torneo menor, que no cuenta, y, además, le exigen que juegue un 4-3-3 de libro, de ADN azulgrana (dicen) y que, también, recupere a Umtiti, cuyo representante es el mismo que el de Piqué (¡vaya sigue apareciendo el esposo de Shakira por todas partes!) y, además, haga el milagro de convertir a Riqui Puig en el fabuloso Xavi Hernández (lleva su mismo ‘6’, por algo será), cosa que no ha conseguido (ni intentado) ningún entrenador azulgrana, ¿se sentiría eufórico, alegre, seguro de su cargo, de su puesto?

En mi casa se hace lo que yo obedezco. Cómo no va a sentirse solo y desamparado Ronald Koeman, si le han dicho a la cara lo que nunca antes un presidente del Barça se había atrevido a decirle a un entrenador. ¿Le hubiese hablado así Laporta a Pep, a Johan, a Luis Enrique…? Koeman es un mito, un icono, una leyenda del Barça y, en los últimos meses, antes de reemprender la temporada (sin Leo Messi ni Antoine Griezmann), ha tenido que oírse lo que nunca antes había oído. Y, sobre todo, aquello que, posiblemente, hubiese entendido que le dijesen ¡vaya usted a saber! los presidentes del Vitesse, Ajax, Benfica, PSV, Valencia, AZ Alkmaar, Feyenoord, Southampton y/o Everton, pero ¡nunca!, jamás, el presidente de ‘su’ Barça.

Cuentan quienes defienden que el presidente de un club de fútbol debe ser un auténtico futbolero, no sé si forofo incluso, que eso es bueno para la entidad. No sé si ser futbolero es decirle al entrenador cómo y con quién debe jugar. Laporta cree que sí puede y debe decírselo a Koeman. Al fin y al cabo, no es su entrenador. Lo que no está claro es si ‘Tintín’ (en mi casa se hace lo que yo obedezco) le hará caso o seguirá apostando por los suyos. Es evidente que lo normal sería que, en caso de saberse observado, examinado, controlado y amenazado, prefiera morir con las botas puestas, alineando a los suyos.

Koeman sabe que si juega y alinea a los que quiere Laporta y pierde, no dimitirá el presidente, no, le despedirán a él. Es posible que Koeman, que sabe que solo se es entrenador del Barça una vez en la vida, prefiera morir con sus ideas y no con las que le sugiere su presidente.