El abrazo secreto entre Laporta y Rosell

Sandro Rosell ha agradecido la llamada de Joan Laporta

Sandro Rosell ha agradecido la llamada de Joan Laporta

Joan Vehils

Joan Vehils

Sandro Rosell y Joan Laporta nunca volverán a ser amigos, si es que algún día lo fueron. Seguramente, Rosell nunca votará a Laporta en unas elecciones y, seguramente también, Laporta nunca olvidará algunas de las decisiones que Rosell tomó cuando accedió a la presidencia. Sin embargo, que los dos presidentes más votados de la historia del club recuperen el diálogo, la compostura y las buenas relaciones es una gran noticia para el barcelonismo.

Después de todo lo que han rajado el uno del otro, como explicó ayer el propio Rosell en la entrevista que le hizo Jordi Basté, es casi imposible que a partir de ahora les veamos a partir un piñón pero, si tras la llamada de Laporta a Rosell se rompe la dinámica de tensiones y discrepancias entre ambos exvicepresidentes, quien más gana es el Barça.

Laporta tuvo la generosidad de descolgar el teléfono y llamar a Rosell para mostrarle su apoyo por la incalificable injusticia que la jueza Carmen Lamela había cometido y Rosell ha tenido la grandeza de explicarlo, reconocer que él no le hubiera llamado y agradecer el gesto de Laporta. Más sincero imposible. Y no solo eso.  Rosell le dijo que le supo mal lo ocurrido con la acción de responsabilidad y Laporta, vía tuiter, se lo agradeció y le añadió que puede contar con él. 

La pena es que hayan tenido que ocurrir hechos tan lamentables para que estos dos expresidentes se reconcilien pero de tanto mal algo bueno tenía que salir. Ellos, Laporta y Rosell, fueron los hombres clave en la elecciones del 2003.

Ellos, dos actores secundarios hasta aquel entonces, derrotaron a la todopoderosa candidatura que conformó Lluís Bassat y buena parte de la sociedad civil catalana y ellos fueron los máximos responsables de aquella revolución que cambió la historia del Barça. Eso sí, ellos dos, también fueron los principales culpables de que todo saltara por los aires.

Pues eso, que para el Barça es una buena noticia que se recupere una cierta normalidad aunque por el camino hayan habido demasiados heridos.

La juez que no mira a los ojos

Ayer, a Rosell se le vio relajado, con buena cara e incluso más cercano de lo habitual. Así me lo relató, Jordi Basté, tras la entrevista. Llegó con la mascarilla puesta pero ya nada ni nadie le impiden hablar con total libertad.

Ahora, el expresidente del Barça, libre de cualquier duda, solo quiere descubrir  porqué la jueza Carmen Lamela decidió encarcelarle, le denegó trece veces consecutivas la libertad provisional y apenas le escuchó en su declaración.

En fin, una de las mayores injusticias de la llamada justicia española. Un caso que no puede quedar en nada y una decisión, la de la juez, que debería penalizarla en lugar de haber sido ascendida y condecorada. En definitiva, una vergüenza. Sobre el libro de Rosell les diré que vale la pena leerlo. Un abrazo muy fuerte.