Del 0-4 al Madrid al 0-1 del Cádiz

Xavi Hernández, durante el encuentro ante el Eintracht

Xavi Hernández, durante el encuentro ante el Eintracht / EFE

Alfredo Martínez

Alfredo Martínez

Se hace difícil de explicar el cambio a peor sufrido por el Barcelona después del apoteósico y brillante triunfo en Chamartín ante el Real Madrid por 0-4. Cuando las cosas cambian rápidamente siempre se suele decir: “Ni antes éramos tan buenos, ni ahora somos tan malos”.

¿Cuál es el Barcelona auténtico, el que gana brillantemente al Real Madrid o el que decepciona ante los alemanes en medio de un ambiente enrarecido y sucumbe ante un equipo que estaba en zona de descenso como el Cádiz cuando llegó al Camp Nou? Lo fácil ahora es empezar a generar dudas sobre el proyecto y perder el terreno ganado en los últimos meses.

Muy típico del fútbol y muy propio también del Barcelona, pegarse un tiro en el pie. Lo importante es creer cuando las cosas se tuercen, porque en Xavi hay mucha madera de entrenador. Ahora es el momento en que no se puede dudar, no dar pasos atrás después de empezar a reconducir la situación. Dice Xavi, y no le falta razón, que hay que insistir en la idea. Este es el camino. Hay que perfeccionarlo, logrando regularidad, automatismos y mecanismos memorizados de juego. Y eso no se consigue de la noche a la mañana.

Hay que seguir confiando y dar tiempo al tiempo. Todos sabíamos que no iba a ser fácil, no era normal esa racha extraordinaria de victorias y esa metamorfosis tan radical desde las navidades. Además, me da la sensación que la derrota ante el Eintracht ha hecho mucho daño. No ha sido una derrota cualquiera. Ha generado dudas en el grupo y ha provocado inseguridad en lo que estaban haciendo. Es como si se hubiera roto la magia que acompañaba al equipo las últimas semanas. Se rompió el hechizo.

Para lo bueno y para lo malo el Barcelona es un club en el que cuando se entra en una espiral negativa la caída libre es imparable. Todo se tuerce, y hay que tratar ahora, precisamente, de frenar ese posible pesimismo que pueda rodear al equipo de aquí al final de la temporada. Es evidente que falta calidad en la plantilla. Acostumbrados como estábamos a grupos de jugadores excelsos, escogidos, ahora hay una parte de mediocridad. Algunos elementos no están a la altura de lo que se le exige a la grandeza de un club como el Barcelona.

El cambio en estas tres semanas demuestra que el camino a andar es todavía largo. Que el trabajo para reconstruir al Barcelona será más difícil que, por los resultados, podría parecer. Todo está aún en reconstrucción y eso explica esta montaña rusa de resultados que puede acompañar al equipo de aquí a final de temporada. A Xavi pónganle buenos jugadores, que entiendan el juego que practica el Barcelona y no decepcionará. El problema está en el césped, en la calidad de los futbolistas. En cuanto desaparecen los Pedri, Ansu, Dembélé o algún otro señalado, al equipo se le desnudan las carencias y se convierte en vulgar, un Barça menor